(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 16 DE SEPTIEMBRE, 2020-EL JORNAL). La observación de aves o “Pajarear”, le permite a quienes la practican desarrollar habilidades propias para encontrarlas en cualquier sitio.
Caminando por el borde del Río Pirris, por el sector de Bijagual de Acosta, en busca de elementos para fotografiar, llegamos a un punto donde solo se encontraba un árbol solitario, de unos 20 metros de altura, sin hojas y cubierto de musgo y epífitas.
Sorpresivamente, entre las ramas altas revoleteaba un inquieto colibrí sobre la vegetación adherida. Dándole seguimiento por casi una hora para poder tomarle algunas fotografías, logramos captar que este llegaba hasta un pequeño punto donde prácticamente desaparecía.
Con presteza logramos ubicar dónde se posaba y cual fue la sorpresa que, sobre una gruesa rama, tenía su nido. Una pequeña copita, construida de musgos y líquenes, adherida fuertemente a la rama y segura contra depredadores y elementos del clima.
El Colibrí Manguito Pechiverde (Anthracothorax prevostii) era el huésped de ese árbol. La hembra, como en este caso, de color verde sobre su dorso. Garganta, pecho y abdomen blancos. De la base de su pico, a través de su garganta hasta el abdomen, recorre una línea verde oscura. El macho difiere de la hembra en que no tiene blanco, siendo todo verde. La Cola de ambos, color marrón. Pico semicurvo y largo.
Se alimentan principalmente de insectos, los que atrapa en vuelo y ocasionalmente chupa néctar de las flores.
La variedad de tamaños en las aves, que dichosamente disfrutamos, hace que los amantes de observarlas y fotografiarlas desarrollen habilidades para encontrarlas en sitios en los que se supondría no se pueden hallar.
Esta hembra de Maguito Pechiverde nos dio el reto de seguirla y de regalo nos dio unas buenas fotografías. Un éxito la “Pajareada”.
Turismo Ornitológico /Licencia ICT 2423
