Por Arundhati Battacharya*

(SÁBADO 12 DE DICIEMBRE, 2020-EL JORNAL). El Mahabharata, el trabajo literario más grande del mundo, es una gran epopeya escrita en cien mil estrofas (hay diferentes opiniones respecto del número de ellas) de versos divididos en dieciocho libros – o parvas – por el autor, Krishnadwaipayan Vyasa, quien aparece también en la historia como uno de los protagonistas principales.

El tema central, igual que en la tradición de épicas, es una batalla entre Pandavas y Kauravas, los primos que demandaron la herencia legítima del reino de Kurubangsha (de la dinastía Kuru) en Hastinapur que posiblemente estuvo situado (si hubiera existido en realidad) en los alrededor de Delhi, en alguna parte del norte de India.

La batalla duró solo dieciocho días y en ella se centra en nuestra epopeya que abarca la narración de un pueblo entero. El Mahabharata empieza contando las historias anteriores y los orígenes de cada protagonista, prosigue incluyendo la mitología y la tradición oral de esa época y de la anterior a ella, cuando la gente hablaba directamente con los dioses, los santos vivían miles de años y no era necesario siempre el útero femenino para el nacimiento del ser humano (serviría un pez o una jarra); transcurre generación tras generación; traspasa la conclusión de la batalla con la victoria de los Pandavas y su reinado, y concluye con el viaje al cielo de algunos de los principales protagonistas como resultado de sus actos en la Tierra. Existen varias opiniones referentes a la autoría y el tiempo de la escritura. El autor original fue sin duda Vyasa, pero según los académicos modernos a lo largo de los siglos – del IV a.C. al IV-V d, C, – el texto sufrió muchas interpolaciones de diferentes autores, la creencia popular lo considera mucho más antiguo fechándolo entorno al año 3.000 a. C.

La narración comienza en la zona de una gran Yagna – la oblación por el fuego- para matar las serpientes enemigas, realizada por el rey Janmejay, descendiente de uno de los Pandavas, junto a otros santos.

Allí el rey pidió a Boisampaon, un discípulo de Vyasa – el autor original, que les contase todo el Mahabharata. Santanu, el rey de Hastinapur, se encontró con una mujer enigmática y muy hermosa llamada Ganga, quien se casó con él bajo la condición de que no podría prohibirle cualquier acto, fuese favorable o no. Tuvieron muchos hijos, pero Ganga a cada uno de ellos recién nacido lo fue ahogando en el agua, excepto al octavo, a quien llamó Visma, el heredero del reinado. Ganga dejó al rey Santanu, este encontró a otra hermosa mujer, Satyabati, se enamoró y quiso casarse con ella. El padre de Satyabati puso la condición de que el hijo de esta unión sería el heredero de Hastinapur. Santanu no quería privar a Visma de su derecho y se puso muy triste y desatento.

Al saber la razón de su tristeza, Visma prometió no casarse nunca y mantener su virginidad para que el hijo de Satyabati pudiera ser el heredero al trono y él mismo arregló la boda de su padre y su amada. Satyabati tuvo dos hijos con Santanu, pero estos murieron sin dejar descendencia dejando la corona vacía.

Visma, incluso teniendo el derecho, para cumplir su firme promesa, no quiso ser rey. En crisis, Satyabati llamó a su otro hijo ilegitimo que tuvo con un santo llamado Parashar, en secreto antes de su casamiento, para que sus dos nueras viudas, Ambika y Ambalika, pudieran tener hijos con él.

En aquella época esta norma era socialmente aceptable y este hijo tenía los mismos derechos de uno legítimo. Este hijo de Satyabati era el autor mismo, quien al ser hijo de un gran santo era muy sabio, pero tenía un aspecto físico muy feo, por lo que durante el acto de amor una de las nueras cerraba sus ojos de disgusto con el resultado del nacimiento de un hijo ciego, llamado Dhritarashtra y la otra estaba tan asustada que dio a luz un hijo de color pálido (que según algunos críticos significaba impotencia) llamado Pandu.

Como al ser ciego por esta discapacidad no podría ser el rey, Satyabati pidió a Vyasa que fecundase otra vez a Ambika, pero ella en su lugar mandó a su sirvienta. Esta recibió a Vyasa con devoción y dio a luz un hijo inteligente y religioso llamado Bidur, pero sin el derecho a la corona por haber nacido de una mujer esclava y de casta baja.

Sólo Pandu podía ocupar la corona y demostró tener capacidades para ser un rey fuerte. Se casó con dos princesas, Kunti y Madri, con quienes no tuvo hijos, obtuvo mucha riqueza venciendo a los territorios vecinos. Después de otorgar todo a Visma, a sus dos madres Ambika y Ambalika, y a Bidur, salió a cazar con sus esposas para entretenerse. Por casualidad clavó una flecha a una pareja de ciervos mientras hacían el amor. Estos eran un santo y su esposa con disfraz animal. Al ser herido por el rey, el santo le hizo el maleficio de que moriría si hiciera el amor con su esposa. El castigado Pandu, desesperado por no poder mantener la rama de su sangre, confió el reino a su hermano mayor y fue al bosque acompañado por sus esposas con el objetivo de proseguir el resto de su vida bajo los principios de la continencia y la mortificación.

Mientras tanto, Dhritarashtra, su hermano ciego, también se casó con la princesa Gandhari quien había recibido la bendición de procrear cien hijos. Ella, solo unos días antes de su boda, descubrió que su prometido era un ciego e incapacitada para negar o protestar vendó sus propios ojos quedando, hasta un poco tiempo antes de morir, ciega como su esposo.

Kunti, la esposa mayor de Pandu, cuando era adolescente obtuvo una bendición del santo Durbasa que le concedía tener hijos a su gusto con cualquier Dios. Así, antes de su casamiento, tuvo un hijo con el Dios Sol que abandonó justo después del parto para evitar la crítica social.

Para cumplir con los deberes de la vida para poder ingresar al paraíso después de su muerte, que según la creencia de esa época no se podía realizar sin tener hijos, Pandu le propuso a Kunti que concibiese un hijo con algún varón de casta alta. Ella le reveló su capacidad secreta y, con el permiso del esposo, llamó a tres Dioses con quienes dio a luz tres hijos: el mayor Yudhisthira (sabio y prudente) de Dharma, Dios de la muerte y la justicia, el intermedio Bhim (fuerza superior) de Pabana, Dios del viento, y el menor Arjuna (noble guerrero) de Indra, Dios de la guerra.

Madri también deseó quedar embarazada de la misma manera que Kunti y Santanu obligó a Kunti a dar el Mantra (la clave de la bendición) a Madri. Ella llamó a dos semidioses juntos con quienes consiguió procrear dos gemelos llamados Nakula y Sahadeba (valerosos y leales). Estos cinco hermanos son los Pandavas. Mientras tanto en Hastinapur Gandhari quedaba embarazada al mismo tiempo y dio a luz cien hijos y una hija que son los Kauravas de los cuales Durjadhana era el mayor, quien por nacer después de Yudhisthira no podría reclamar el derecho a la corona. Este juego del tiempo esparció la semilla para el futuro de la gran batalla de Kurukshetra.

Todos ellos pasaban los días en diferentes lugares montañosos con el sabio compañerismo religioso de los santos. Un día Pandu no pudo resistir su impulso sexual y murió mientras copulaba con Madri. Por culpa de no poder frenar el deseo de su esposo, a sabiendas de su fatal consecuencia, ella le acompañó en su pira funeraria, acto considerado en aquella época como de una gran devoción por parte de la mujer. Luego, con el objetivo de criar a sus hijos menores para que fueran capaces de heredar la corona Kunti, los entregó en Hastinapur a su cuñado ciego – Dhritarashtra, el cual gozaba del poder real con sus hijos en ausencia de Pandu.

Desde entonces, el abuelo Visma empezó a orientar a estos 105 niños para entrenarlos en el arte de la guerra y en la plena conciencia de vivir juntos en paz. Visma, hasta el fin de la batalla, es un hombre altruista que basa su vida en la verdad, se convierte en el pilar del reino y, hasta su muerte, intenta siempre establecer la paz y la justicia. Sin embargo, al final, es vencido y condenado al fracaso por la malicia y la codicia de una parte de sus descendientes. Fue entonces cuando Vyasa reapareció y aconsejó a Satyabati, su madre, que fuese al bosque dejando la corte frívola y lujuriosa. Ella obedeció y acompañada por sus dos nueras se fue con él a vivir como una anacoreta (Banaprastha, la tercera fase de vida según el sistema védica del Chaturashrama1).

La fuerza y el derecho de sucesión al trono de los Pandavas hizo crecer la envidia en los Kauravas, quienes empezaron a conspirar para destronarlos. En esta conspiración Sakuni, un hermano de Gandhari, jugó un papel muy importante.

Por otro lado, el dirigente de los Pandavas es Krishna – la figura más dramática y diplomática a quien las posteriores adiciones (por ejemplo, el capítulo entero llamado Bhagabadgita) le atribuyen la divinidad. Debido a la continua persecución de los Kauravas con la intención de matarles, los Pandavas abandonaron su casa y viajaron escondiéndose y sufriendo un periodo duro y doloroso. Cinco de los pandavas se casaron con Draupadi, la hija del rey de Panchal. Gracias a este enlace ganaron más poder y los Kauravas no tuvieron más remedio que devolverles la mitad del reino. Los Pandavas establecieron su capital en lndraprastha, obtuvieron mucha riqueza y majestad lo que provocó de nuevo la enemistad con los Kauravas. Estos concertaron una partida de dados entre Yudisthira y Sakuni y acudiendo a una estrategia tramposa hicieron perder todo a Yudhisthira, incluyendo Draupadi, su esposa y la riqueza de sus hermanos.

Entonces, Duryadhan junto a sus hermanos y otros reyes llevaron a Draupadi a la corte e intentaron violarla, Krishna lo impidió con su magia y, condenaron a los Pandavas y Draupadi al exilio por doce años en el bosque y el decimotercero a permanecer disfrazados en un pueblo. Después de su regreso, los Kauravas no estaban dispuestos a devolverles su reino y a pesar de la poca disposición de los viejos sabios de Hastinapur como Visma, Dhritatashtra, Bidura, etc., los Pandavas se vieron obligados a batallar contra las gentes de su misma sangre. Fue así que Duryodhana desencadenó la famosa guerra de Kurukshetra que ganaron los Pandavas por proseguir el camino de la justicia y la verdad que les ayudó a obtener la gracia divina.

Como consecuencia murieron muchos de ambos bandos, Gandhari perdió sus cien hijos y Draupadi a sus cinco hijos. La coronación de Yudhisthir se celebró en un país devastado e inundado por el llanto de las viudas de los jóvenes muertos, como decía Visma, quien nunca había oído que se podía lograr el objetivo final a través de una guerra. Nadie en el reino pudo obtener la satisfacción total: los Kauravas y los Pandavas, o bien se murieron, o bien sintieron la tristeza de la muerte de alguien, muy cercano, muy amado y, al final, se dieron cuenta de que realmente  no se ganó nada.

Los Pandavas gobernaron durante 26 años. Después de los primeros 15 años Dhritarashtra, su esposa Gandhari y Bidur se fueron al bosque para vivir el resto de su vida en Banaprashtha, entre la paz y el ascetismo, Kunti también les siguió y al final, todos ellos murieron en un incendio del bosque. Más tarde, tras la muerte de Krishna, los Pandavas al comprender que era la hora de dejar este mundo otorgaron la corona a Parikshit, el hijo de Arjuna y emprendieron el “gran viaje,” que implicaba caminar hacia el norte entre las montañas del Himalaya, considerada el camino hacia el mundo divino. Uno por uno, comenzando por Draupadi, fueron cayendo y los Pandavas murieron todos excepto Yudhishthira, quien por su honradez y veracidad durante la vida terrenal pudo entrar vivo en el paraíso con un perro que lo había acompañado desde el comienzo.

 

*Arundhati Bhattacharya: Escritora, traductora y ex profesora de la India. Graduada en Literatura bengalí del Presidency College en Calcuta, obtuvo Maestría en Literatura bengalí de la Universidad de Calcuta y Maestría en Español de la Universidad de inglés y lenguas extranjeras en Hyderabad, India. Trabajaba como profesora de español en la Universidad de Bangalore y la Universidad de Doon, Dehradun. Es traductora especializada en las obras de Gabriel García Márquez. Ha publicado varios libros de traducción, ensayos literarios y sus cuentos en la lengua bengalí. Vive en Calcuta.

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