(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 11 DE JUNIO, 2019-EL JORNAL). Caminando sobre un sendero dentro del bosque, escuchamos un carraspeo proveniente de la enmarañada vegetación. Previamente habíamos estado escuchando un canto muy melodioso y bien elaborado, más cuando nos aproximamos un poco cambio la tonada.
Dispuestos a conocer el emisor de esta destreza de cantos, nos quedamos quietos y evitando no hacer ruidos o ser vistos. Momentos después, la espera dio buen resultado, a través de la vegetación apareció por unos momentos con incesante carraspeo un ave pequeña; de color café marrón su espalda, alas y cola barreteada de negro, pecho gris, abdomen blanco opaco, cabeza y nuca negras, garganta blanca, una línea blanca sobre cada ojo, a manera de ceja, hasta el cuello. Sus patas largas con tres dedos al frente y uno hacia atrás, muy versátiles en el andar por la vegetación.
El Soterré de Selva Pechigris (Henicorhina leucophrys), de la familia de los soterréis, es un residente de nuestros bosques. Permanece entre la vegetación espesa y con bejucos. Rebuscando incesantemente insectos, arañas y caracoles entre las bromelias, musgo, troncos caídos y plantas bajas.
Poco más pequeño que un pollito recién nacido, estos Soterréis andan en pareja o grupos familiares y muy activos durante el día. Son grandes cantores, considerados entre las especies de mejor canto del sotobosque, con los Zorzales y Jilgueros.
En ocasiones, solamente podemos escucharlos, ya que su comportamiento de permanecer entre la vegetación, los hacen un reto para los fotógrafos y observadores de aves por su fácil escabullirse en ella.
Salir a caminar y pajarear tiene grandes ventajas que le darán un contacto directo con la naturaleza.
*Turismo Ornitológico /Licencia ICT 2423