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Seguimos detrás del palo

Empresa estadounidense fue condenaa porque, supuestamente, sus talcos le produjeron cáncer de ovario a una ciudadana de ese país.

 

(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 08 DE MAYO, 2017-EL JORNAL). Hizo más de un año que una cadena de noticias de Estados Unidos informó de que la conocida empresa productora de talcos para bebés, Johnson & Johnson fue condenada a pagar $72 millones a la familia de una mujer que murió de cáncer por usar tales polvos, de acuerdo con su familia.

Un jurado popular de Missouri, Estados Unidos, según la cadena de noticias,  falló a favor de los familiares de Jacqueline Fox que interpusieron una demanda civil contra J&J por ocultar durante años a los consumidores los riesgos de sus  talco .

Fox, de 62 años, falleció de cáncer de ovario en 2015, dos años después de haber sido diagnosticada con la enfermedad. Su familia dice que usó talco de Johnson & Johnson’s por casi 50 años. Su  muerte es resultado directo de ese uso, dijeron.

La familia alega que la compañía sabía acerca de los posibles riesgos de usar productos que contienen talco, pero no le advirtió a los consumidores al respecto. El caso es parte de una demanda colectiva de casi 50 mujeres contra Johnson & Johnson.

Respondiendo al veredicto, Johnson & Johnson emitió un comunicado afirmando que sus productos son seguros.

“El reciente veredicto en Estados Unidos va contra décadas de ciencia probando la seguridad del talco como un ingrediente cosmético en diversos productos, y aunque entendemos a los familiares, estamos totalmente en desacuerdo con el resultado”, dijo Carol Goodrich, una portavoz de la empresa, en un comunicado enviado a CNN.

Según los expertos, el talco es un mineral natural compuesto de magnesio, silicón, oxígeno e hidrógeno. Y es muy  utilizado para absorber la humedad en  productos cosméticos, desde polvo de bebé hasta maquillaje.

En otros casos, estos talcos han sido relacionados con otros tipos de cáncer, como el de piel; conociéndose hasta ahora por lo menos una demanda más de miles de dólares por personas que atribuyen a J&J la culpa de sus enfermedades.

Este multimillonario negocio de los talcos ha producido que algunos científicos apoyen la venta de la mercancía, negando incidencias cancerígenas; mientras otros, con pocos o ningún interés en el mercado, siguen advirtiendo sobre los graves peligros contra la salud humana.

En todo caso, la  Agencia Internacional para Investigación del Cáncer, que es parte de la Organización Mundial de la Salud, clasifica al talco como “posible cancerígeno para humanos”.

Esta dicotomía de mercado versus interés humano es la misma que genera alrededor del mundo el problema con el consumo de alimentos alterados genéticamente, sin que la población que consume los mismos sea informada de qué está comprando.

Para quienes defienden el  cultivo de maíz, arroz y otras semillas transgénicas,  esta técnica de alterar las moléculas reproductivas es la salvación alimentarias del mundo; para los científicos independientes  que analizan los efectos de las herbicidas, los alimentos y los suelos, estamos frente a una verdadera catástrofe.

Quien tiene la tecnología para alterar las semillas, termina convirtiéndose en un monopolio que dice que comemos, cuánto comemos y sobre todo, el productor queda a expensas y los caprichos de las compañías vendedoras de herbicidas y otros insumos agrícolas.

En el caso costarricense es posible que millones de ticos estemos comiendo productos agropecuarios ya alterados genéticamente sin que lo sepamos en el etiquetado y, como en el caso de los talcos, el Ministerio de Salud sigue guardando silencio, pese a las advertencias ya hechas por la FDA de Estados Unidos.

Segimos detrás del palo, se llama eso.

 

Periodista, abogado y notario UCR.

 

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