Por Fernando Gutiérrez *
 
(LUNES 08 DE MARZO, 2021-EL JORNAL). Entre 1972 y 1973, se dio ésta anécdota que paso a contar, la que fortuitamente me hizo conocer al afamado cantante Luis Miguel, siendo éste un bebé de cochecito.
 
En ese tiempo, laboraba para la empresa Ticana, en San José,
que procesaba y expendía café de exportación, en hoteles y restaurantes refinados de nuestra capital.
 
El que esto escribe, era oficinista, pero también tostaba el café, y hasta de catador hacía, y el producto final, lo repartíamos en bolsas amarillas confeccionadas por Yamber.
 
Uno de los clientes, que abastecíamos, era el «Chalet Suizo», que se ubicaba del Edificio Trejos González, dondetrabajábamos, unos 75 metros al oeste.
La bohemia estaba en su esplendor, en aquel San José tranquilo de la época, y era común, en esos hoteles y restaurantes, presentar «show» con artistas nacionales e internacionales.
 
Y también era común, que en la acera, sacaran pizarras o carteles, anunciando qué artista se presentaría en esos días o noches.
 
Un día de esos, al llegar a la puerta por donde se ingresaba a la cocina, vi que anunciaban a un cantante, para mí desconocido en ese momento: Luisito Rey, desde España, decía el enganche publicitario.
 
Como ya era tarde, alrededor de las 6 p.m., me entró curiosidad por ver si ya estaba el artista, y me escabullí de la cocina al salón principal.
 
Vi que estaban haciendo el montaje de micrófonos, y un hombre pequeño, afinando la guitarra, por la foto que había observado en el cartel, supe que era Luisito Rey.
Pero lo que más me llamó la atención fue un bebé en un coche, y una mujer que supe después, era Marcela Basteri, esposa de Luisito Gallego, conocido artísticamente como Luisito Rey, que le daba chupón al infante.
 
La familia Rey, pasaba mala situación económica, y radicaba en San José, Costa Rica, por lo que esas contrataciones, le caían de perlas a Luisito, para el mantenimiento de su familia.
 
No obstante, una asociación de artistas costarricenses, le ayudaba a subsistir, no sólo buscándole «chivos» como se dice en nuestro país, sino también aportándole ayuda económica cuando era necesario.
 
Pasaron pocos años, y aquel bebé, al que le calculé entre dos y tres años, se hizo una luminaria de cantante, a nivel internacional, bajo el nombre de LUIS MIGUEL.
Años después, se anunció la llegada de éste a nuestro país, en su apogeo artístico, y recordé aquel pasaje, para mí intrascendente, hasta que una actitud de Luis Miguel me hizo reaccionar.
 
Sus contratistas, al preguntarles la prensa especializada, por «el telonero» costarricense, en esa presentación, contestaron: Luis Miguel, no quiere artistas costarricense, ni siquiera como teloneros.
 
Sentí rabia al recordar aquella ayuda que humildes artistas costarricenses, le dieron a su padre y familia, por lo que me «auto carboneé» e hice una nota que fue publicada en «Cartas a la Columna» de La Nación.
 
No tuvo repercusión alguna, ni en sus contratistas, y menos en Luis Miguel, lo que era esperable, pero de alguna manera quedé satisfecho por lo publicado.
Concluyo: lo que nunca he comprendido es por qué a Luis Miguel, en México, le dicen «El Sol de México», cuando nació en Puerto Rico, de padre español y madre
italiana.
 
¡COSAS VEREDES, SANCHO AMIGO!
 
 
 
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