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Yo defiendo a la Caja Costarricense de Seguro Social

Lic. Rafael Ugalde Quirós*

(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 03 DE MARZO, 2018-EL JORNAL). No se trata de Ana, la mujer estéril que parió a Samuel; ni de Ezequiel, el sobreviviente del quebranto en Babilonia. Se trata,  más bien, de dos hijos del campo costarricense, de ese que todos los gobiernos abandonaron, condenados a nunca caminar ni a mirarse a la cara, sí no existiera la  Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS).

Por tanto, no hablo de profetas ni nada por el estilo. Son dos niños siameses, hijos de dos sencillos cotobruceños, que sin la seguridad social forjada por comunistas y cristianos en los años 40 – defendida los años siguientes por sindicalistas de verdad, no de esos con sillones giratorios y olorosos a Carolina Herrera- Samuel y Ezequiel pasarían el resto de sus vidas acostados en  una cama.

Uno cruza las manos para que estos “carajillos” pronto salten en el primer parque que se encuentren, que llenen de bullicio la casa de sus padres allá en Cartago, pero sí eso no sucediera por el alto riesgo de la intervención quirúrgica, la solidaridad manifiesta de los 20 especialistas participantes– y arrojo también, porque ustedes no los oyeron decir que en el extranjero se hacían estas operaciones, sí hay depósitos bancarios por  uno o dos millones de dólares- es digna de rescatarse.

Yo sé que nadie resaltará la solidaridad humana de la CCSS y estos profesionales. La noticia más bien debe orientarse a los atributos individualistas de cada uno de ellos, con la esperanza de encontrar alguno, cuyo   ego lo traicione y caiga en la agenda que usted conoce: “tanto tengo, tanto valgo”.

Este profundo sentimiento de solidaridad que no han logrado matar en los hospitales, la resumo con las palabras del médico Jaime Cortés Ojeda, quien luego de 20 horas de quirófano, junto a otros 19 especialistas, recordó que  los médicos sabían que la cirugía era extremadamente difícil y  así  se atrevieron a efectuarla para mejorar las condiciones de vida de esas dos criaturas. Las siguientes palabras me evocan a galenos de la talla de Moreno Cañas, Gonzalo Vargas, Rodrigo Gutiérrez, Carlos Durán: “Estos niños tienen también derecho a tener un mañana”, dijo Cortés Ojeda .

La realidad es que ninguna familia – así lo afirmo categóricamente-  en Estados Unidos, Francia, España, etc., que no tuviera miles de dólares en el banco, jamás, lo repito,  hubiera soñado con separar a unos hermanitos siameses, excepto que no fuese un intento académico que puede resultar exitoso  o terminar en desastre.

Por eso, cuando veo que las altas autoridades de la CCSS inauguran este o aquel hospital  y a los pocos meses “descubren” que esto o aquello no funciona como se deseaba, acuden  recuerdos de países latinoamericanos que también inspiraron su seguridad social en la vieja Europa conocida por  Calderón Guardia y Manuel Mora, y hoy esas naciones son una lipidia para su población y un negocio redondo para unos pocos que a fuerza de negligencia, padrinazgos políticos y desidia desnaturalización la solidaridad.

¿Aplaudiría usted la rara coincidencia de que  aparatos para la  tomografía axial computarizada (TAC) se hayan descompuesto a la vez en dos hospitales distintos? ¿O qué se haga un diseño dónde una vez que usted mete un aparato aplicado a la medicina tenga que botar la pared para arreglarlo? Va otra: Inauguran un hospital con la pompa del caso y hasta después “descubren” que hacen falta especialistas.

Las coincidencias no terminan allí: Hasta junio del año pasado, 50 patronos debían a la seguridad social 13.000 millones de colones. Desde entonces no me pierdo los principales noticieros del país en espera de que me informen cuántos de estos cara e barro fueron denunciados, juzgados y encarcelados.

 

Sí me informaron profusamente por esa fecha de la rápida recuperación que tuvo nuestro presidente, Luis Guillermo Solís, de su operación de próstata en un hospital privado.

¡Yo sí creo en la Caja!

*Abogado y periodista (UCR).

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