(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 02 DE ENERO, 2019-EL JORNAL).
Censurable a todas luces que, la primera Revolución Socialista en América Latina, rechace en su próxima Constitución Política el matrimonio lésbico-gay, como norma suprema.
El país que, desde el arribo de los “barbudos” de la Sierra Maestra, incansablemente lucha por la igualdad política, sexual, social y económica de hombres y mujeres dijese no será constitucional el llamado matrimonio igualitario, es inaudito. ¡Auxilio señores de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos¡
No sería raro que algún columnista sugiera a Mariela Castro, la hija del expresidente cubano Raúl Castro, impulsora de esta propuesta, que se venga a Costa Rica a buscar asesoramiento en Zapote.
Castro, diputada además y una reconocida luchadora por el llamado matrimonio igualitario, no contó con el apoyo de millones de cubanos participantes en el borrador de la nueva Carta Magna.
De casi un millón de sugerencias que hicieron llegar a los diputados sindicatos, intelectuales, profesionales, campesinos, obreros, entre otros, hubo consenso en la apertura de la economía, el deporte, los cambios electorales, pero no en elevar a norma constitucional el matrimonio lésbico-gay, ni renunciar al socialismo.
Están de acuerdo en que se reformen los Códigos de Familia y Penal para garantizar “legalmente” estas uniones, pero jamás elevar a rango “constitucional”, lo que ya está descartado y es mandato del soberano.
Hay sus diferencias jurídicas sustanciales entre el mandato de una norma constitucional y uno de índole legal, como para recurrir al reduccionismo de que es lo mismo.
La sociedad cubana, “obligada” a pensar igual que la dirigencia de la “atroz dictadura castrista”- cualquier similitud con el periódico La Nación, el Miami Herald o Carlos Montaner, no le hagan caso- le llevó la contraria a una Castro y resulta que, está más al tanto del debate mundial sobre temas como los transgénicos y el matrimonio igualitario, que cualquier “izquierdista” o “progre” de nuestro país.
Nadie se anima a rebatir que elevando a norma constitucional una serie de derechos muy específicos,que deben recogerse en leyes partículares y que, en el caso de Cuba, sus ciudadanos saben que estos supuestos derechos humanos de tercera generación favorecen los desesperados intentos que hacen los gobiernos globalizadores para menoscabar el derecho humano a reproducirse y así seguir controlando recursos vitales en el planeta.
Son efectos económicos, cultuales y legales diferentes, si el amor lleva a la escogencia de una pareja del mismo sexo y así cortan voluntariamente |el ciclo de la reproducción humana por una ley, que imponerlo como paradigma de la sociedad, mediante la Constitución
Es como si se elevara a norma constitucional el control de la natalidad mediante pastillas, el aborto, la inyección, la clonación humana, etc., disfrazado todo de derecho humano.
Esta trampa del capitalismo reduccionista imposibilita, por ejemplo, a innumerables personas bien intencionadas, a ver cómo el mismo sistema aprovecha económicamente las diferencias sexuales, color de piel, raza o creencias religiosas, para traducirlas en ganancias.
Los cubanos conocen mejor que nosotros sobre estos debates científicos y la inversión multimillonaria que hacen gobiernos y emporios para que se dejen a un lado las reservas éticas en cuanto a la clonación humana para aplicarla con fines demográficos.
O los intentos de apoderase de la producción mundial de alimentos con semillas alteradas genéticamente, también con fines demográficos.
¡Estaré atento a Montaner o el Miami Herald para ver cuántos resultan fusilados en 2019!
Periodista, abogado y notario UCR