(MIÉRCOLES 15 DE NOVIEMBRE-EL JORNAL). En el juego contra Panamá de mañana, Costa Rica solo puede aspirar a un objetivo: obtener un buen resultado.
Que nadie imagine a un equipo avasallador, con buen manejo de la pelota, con un fútbol automatizado. En el fútbol, los milagros no existen.
El aficionado, generoso como siempre y que llenará el estadio Ricardo Saprissa, debe estar claro que la Tricolor se enfrenta una selección muy trabajada, ante un combinado nacional que apenas da sus primeros pasos y que, por lo tanto, desde el punto futbolístico no se le puede exigir nada, más allá de que no haga el ridículo y no cuide un buen resultado.
¿Y qué es un buen resultado? Un cero a cero es un buen resultado, por ejemplo, porque le permitiría a Costa Rica ir a al Rommel Fernández con una ventaja bajo el brazo y es que, en caso de empate, con cualquier otro marcador, la Selección Nacional se queda con el pase a la Copa América.
La Tricolor de Gustavo Alfaro debe apelar a un pragmatismo a rajatabla. Todo lo demás a lo que se aspire puede ser un cuchillo de doble filo. Lo digo porque por ahí andan voces que muy optimistas y en el fútbol como en la vida, solo pueden improvar aquellos que, antes, cumplieron a cabalidad con todas las reglas, a partir de lo cual se pueden cruzar las sutiles líneas rojas.
Como en la Federación Costarricense de Fútbol anterior las políticas no siempre fueron las mejores y el Comité Ejecutivo entrante tardó tanto en escoger al nuevo técnico, para finalmente inclinarse por Gustavo Alfaro, es que la Tricolor llega en esta incierta tesitura.
Sin esperar milagros, la Selección debe esconder todas sus carencias y apegarse a un libreto sencillo y claro. Su realidad no da para esperar milagros.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL