(LUNES 03 DE OCUTBRE, 2022-EL JORNAL). Las hasta ahora 125 muertes que sucedieron en el estadio del AremaFC, el sábado 1 de octubre, tras el encuentro ante el Persebaya Surabaya en la isla de Java, en Indonesia, es un suceso que debe de despertar todas las alertas en cualquier rincón del mundo donde se juegue fútbol.
Ningún partido, aunque estén en disputa todas las copas del mundo juntas, vale una vida humana. Y ha ocurrido que en la tragedia de Java se ha perdido más de un centenar.
Los aficionados del Persebaya no estaban presentes en el estadio, solo hubo presencia de seguidores del equipo local, el Arema FC.
Pese a ello, la derrota del Arema 2 a 3 generó las protestas que acabaron con un enfrentamiento con la policía según informas medios internacionales.
Sucedió en un campo de fútbol, pero el fútbol en realidad no es el problema, más allá de los errores puntuales que se dieron en Java, lo que es una caldera de cultivo para la violencia es la sociedad misma..
En Costa Rica hemos vivido numerosas reyertas durante o tras los partidos, muchas de ellas protagonizadas por las barras bravas, que, de nuevo, son un dilema en cada estadio al que asisten.
Hay, además, un punto que el entrenador chileno Javier Roca, entreandor del Arema FC, resaltó tras el juego en declaraciones a la Cadena Ser de España: “Existe la idea de que hay que ganar siempre, de que el proceso no interesa”.
Sí, hay una religión en torno al resultado y la gente no soporta, tras la frustración, la derrota. No hay una aceptación de la derrota. En la vida y en el fútbol también es válido perder.
Lo de Java debe ser un llamado de atención para el fútbol costarricense y tomar todas las medidas del caso para evitar enfrentamientos y desencuentros, ahora que se vienen las semifinales.
