Rafael A Ugalde.
¿Reír o llorar?. Es la pregunta de rigor cuando uno ve a sindicalistas “llorando” porque el candidato presidencial, Fabricio Alvarado, no los recibió cómo ellos querían.
Ya él dijo que es más fácil que los parta un rayo dentro de una de esas megas congregaciones donde “hablan en lenguas”, que un “rojillo” esté en su gobierno.
Carlos Alvarado, con más escuela socialcristiana, escogió entre sus allegados a un dirigente gremial, pero de una vez advirtió que sus compromisos van por otro lado. ¡Tampoco se hagan de ilusiones!
Mientras tanto, los dueños de La Nación, con una victoria que les atribuyen sobre el ex precandidato Juan Diego Castro- con una campaña sostenida lo bajaron a los últimos lugares el 2 de febrero pasado- parecieran que buscan una segunda victoria; esta vez contra Fabricio.
Distraer a la gente en cuestiones de fe, política y fútbol, por ejemplo, es sumamente peligroso.
En estas elecciones nos han venido gobernando quienes no quieren que nos demos cuenta que el próximo gobierno está regido por la derecha pura.
El sector encabezado por Rodolfo Piza controlará al PAC; mientras el “arismo” a Restauración Nacional. ¡Dios los junta!
Los dos bandos apoyan el desmantelamiento del ICE, imponiéndole la compra de electricidad a los productores privados, tienen en la mira los multimillonarios fondos de pensiones y los enormes negocios privados al alero del Estado. Los modales son los que varían.
Y nos tienen en una lucha entre los que defienden a La Virgen de los Angeles y quienes la atacan; entre quienes defienden y atacan el matrimonio homosexual. Banalidades.
Cuando, por el contrario, lo que está oculto es una democracia representativa que necesita remozarse por una participativa y protagónica.
Y ella es posible solo si nos organizamos, articulamos y movilizamos para poner en orden algunas cosillas nada banales.
La producción no para en crecer, pero los salarios son devorados por la inflación producida, en parte, por quienes subfacturan, contrabandean, asaltan bancos sin armas, evaden la seguridad social etc.
Ven por qué no sé si reír o llorar con estos sindicalistas. Y estos políticos de ocasión. Y sus muchos mercenarios. Y sus muchos trepadores. Ahh, Costa Rica, la patria amada que se cae a pedazos, mientras nos hacen nuevas promesas.
Periodista, abogado y notario, graduado en la UCR