(MARTES 23 MARZO, 2021-EL JORNAL). Agobiado por el 3 a 0 ante México y la eliminación de los Juegos Olímpicos de Tokyo 2021, Douglas Sequeira dijo que la diferencia entre los costarricenses y los aztecas obedecía a pequeños detalles.
La afirmación solo se puede entender en el contexto de una frustración total, porque no guarda ninguna relación con la realidad.
Habría que preguntarse si la presencia tardía del portero Patrick Sequeira, del Celta de Vigo, es un pequeño detalle, ya no para Douglas Sequeira, que es un peón en ese juego ajedrecístico que plantea la Fedefutbol, sino para el fútbol nacional.
Que una Selección que aspira a jugar una cita tan relevante como unos Juegos Olímpicos integre futbolistas una vez comenzada la competencia, suena a un chiste mal contado y de un pobre humor.
O el hecho de que todavía jugadores de la Selección mayor no puedan viajar con el grupo por contratiempos de última hora. Esto nos traslada a situaciones de los años 80 y 90.
Cuando Iván Mraz llegó a Costa Rica a mediados de los años ochenta, dijo que teníamos un fútbol aficionado. Hoy, 30 años después, su valoración sigue siendo válida, en la medida de que esos pequeños detalles todavía no se resuelven.
El hábito no hace al monje, como dice el reconocido adagio, por lo que es imprescindible que la administración y la proyección del fútbol nacional esté en manos de los dirigentes más competentes, que tengan en primer lugar el desarrollo del fútbol, y que luego, si a bien lo tienen, piensen en sus propios intereses.
Mientras sigamos poniendo la carreta delante de los bueyes no iremos a ninguna parte. O sí, iremos directo al fracaso, esa palabra que tanto temor despierta entre técnicos, jugadores y, en especial, dirigentes del fútbol costarricense.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.
