(VIERNES 02 DE SEPTIEMBRE, 2022-EL JORNAL). Después del espectacular comienzo de Puntarenas en el grupo B y el descalabro del Cartaginés se supuso por muchos sectores ligados al fútbol que todo estaba resuelto, que era cuestión de sumar y contar alcachofas.
Y la realidad ha venido a desmentir una vez más a las matemáticas, que aunque exactas, el fútbol es el arte de lo imprevisible y es capaz de hacerlas sonrojar.
A la vuelta de que los porteños reciban al Saprissa, con un magnífico ambiente de por medio, podría darse el caso que San Carlos tenga todavía alguna oportunidad y que el autodesahuciado Cartaginés pueda salir de la UCI a última hora.
Aquí está el sentido y la gracia del fútbol, que siempre apela a lo imprevisto como regla de oro.
Y en el grupo A, hay aún una opción de que la Liga no ande siempre como Pedro por su casa, porque Sporting podría pegarle un susto.
Ese juego de posibilidades, que da pie a todo tipo de cruces y cálculos, es lo que le pone pimienta a un campeonato que necesita de esa chispa para mantener el interés de los aficionados.
Lo relevante es que cuando se pensaba que todo estaba resuelto y los cruces de las semifinales casi definidas, nos percatamos de que hay vida en el grupo B y en el A, y que todavía es válido que corra el balón para ver qué nuevas sorpresas nos trae.
