(MIÉRCOLES 11 DE AGOSTO, 2021-EL JORNAL). La Santa Sede del Fútbol se erige hoy en París. Cerca de la Torre Eiffel. Ningún siglo anterior había sido testigo de semejante espectáculo: por primera vez en la historia en la era posterior a Jesucristo, existen tres Papas: Benedito XVI, en riguroso retiro, pero vivo, Jorge Bergoglio, que recibió el testigo y quiso hacerle un homenaje a San Francisco de Asís, al darse a conocer como Francisco, y ahora Lionel Messi, que desde el aeropuerto de parisino saludó a sus feligreses con el mismo ahínco con que su compatriota y antiguo obispo de Buenos Aires lo hiciera un 13 de marzo de 2013.

Apostado en un ventanal del aeropueto y vistiendo una camiseta blanca que resaltaba en letras grandes PARÍS, Messi saludó durante 22 segundos a la feligresía, que ansiosa de un gesto del jugador argentino aguardaba para verificar que detrás de ese gesto se escribía en silencio la frase célebre en ocasiones como esta: Habemus Papa.

Y el nuevo Papa llega al Paris Saint Germain (PSG) después de haberse despedido el domingo 8 de agosto de sus compañeros, directiva y aficionados que se congregaron alrededor del Camp Nou, donde el niño pródigo lloró en la más absoluta de las soledades, mientras sus hijos buscaban la manera de pasar aquel aburrido trance, del que no entendían mucho y de un acto en el que no tenían ningún interés.

El nuevo pontífice esta religión pagana llamada fútbol, seguida por  más fieles que el mismo Cristianismo que acumula más de 2000 años de historia, llega a un equipo-Estado en el que lo que sobra es el dinero y en el que abundan los egos, como los de Kilyan Mbappé, Neymar Jr, Sergio Ramos y Gianlugi Donarumma.

El número elegido para llevar en el dorsal es el 30, contra el que debutó de manera oficial con el Barcelona a sus 17 años, cuando tuvo como rival al que hoy será su técnico: Mauricio Pochettino.

El 30 en lugar del 10 que le ofreció su entrañable amigo y en adelante ‘cardenal’ Neymar, que a sabiendas de lo que representaba la llegada a su equipo del nuevo Papa no dudó en ofrecer su camiseta, lo que fue rechado por el líder de la nueva iglesia fundada en París, porque como mandan los cánones, es el Pontífice el que debe demostrar humildad hasta llegar al punto de lavarle los pies a sus discípulos.

El nuevo Pontífice, ahora con sede en París, ha dicho en su primera conferencia de prensa que su aspiración es la cúspide y esa cúspide solo tiene un nombre: la Champions.

El mejor Messi no llega a la capital francesa. A sus 34 años sus innegables dotes técnicas, su capacidad goleadora y su hacer de mago se conservan, pero no en el nivel de cuando lo acompañaban Xavi Hernández y Andrés Iniesta.

Al PSG arriba un futbolista que juega con la sapiencia de la experiencia, mientras que sus increíbles dotes sus mejores años solo podrían aparecer por ráfagas, aunque desde su nuevo pontificado podría obrar de nuevo milagros para una feligresía que esperará con ansias su debut.

CINE Y FÚTBOL

El video con que el Messi-pontífice fue presentado es producto de un trabajo cinematográfico en toda regla. Con ello, como ha sucedido desde hace unos 20 años, el fútbol ratifica que su nuevo escenario es el cine, con sus imágenes esplendorosas y su banda sonora impecable.

Con el París cultural y deportivo a sus pies, el Nuevo Papa deberá volver a brillar a lado de su amigo Neymar y de ese desconocido llamado Mbappé, cuyas cualidades nadie niega, máxime que a sus espaldas lleva ya un título de campeón del mundo, pero que no se sabe si en esta era de nuevas reparticiones tendrá un papel protagónico o querrán convertirlo en un simple peón del argentino.

Gracias a la magia del cine, Messi pasó de la tristeza y el llanto al júbilo, en un plano secuencia desde el Camp Nou hasta el Parque de los Príncipes.

Por más elipsis que le hagan al nuevo Papa, lo cierto es que entra en un territorio desconocido que no aspiraba explorar, como tampoco Jorge Mario Bergoglio quería dejar la ciudad de Buenos Aires, donde era el obispo de los pobres, y donde se movía como pez en el agua en los barrios más desprotegidos de esa enorme urbe.

LA SOLEDAD DEL PODER

El Papa temía la soledad del poder y el alejamiento de ese contacto humano tan imprescindible, por eso renunció a su palacio apostólico y decidió irse a vivir a la Casa Santa Marta, la residencia para los eclesiásticos, y mucho más modesta que lo que le ofrecían.

“Aquí entran 300 personas», fue lo que exclamó  Francisco al ver el apartamento que le ofrecían.

La inevitable soledad sobrevino después, tanto que un día, Francisco tomó el teléfono para llamar a su habitual vendedor de periódicos para despedirse y anunciarle que debía suspenderle la suscripción.

Está por verse si el tercer Papa que hoy se mueve por el mundo evita en su apostolado la soledad del poder que tiene al unirse al PSG.

Messi, cuya personalidad es retraída, en tan solo tres días ha tenido que lidiar con dos conferencias de prensa totalmente opuestas: en las que pasó de la oscuridad a la luz.

Antes de irse del Parque de los Príncipes, custodiado por guardaespaldas, salió a saludar a su nueva feligresía, que sigue la religión pagana que sin querer ha erigido en París, y a donde llegarán en los próximos días, meses y años conversos de todo el mundo para intentar acercarse a su túnica, como si en el acto hubiese la posibilidad de una salvación  universal.

 

 

*Periodista especializado en temas literarios. Esta es su segunda colaboración con El JORNAL LITERARIO.

 

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