(MIÉRCOLES 12 DE ENERO, 2021-EL JORNAL). Hace apenas dos años Frank Zamora daba el salto de Guadalupe a Saprissa. Un paso que miles de niños han soñado alguna vez: volar de un modesto a jugar con el club más importante de Centroamérica.
Hoy que comienza el Clausura, sin embargo, Zamora se alista para jugar en la liga aficionada con Sarchí, en el equipo de José Miguel Cubero.
Malas decisiones. Malas compañías. Algunas fiestas de más. Angostura de miras: todos esos factores lo llevaron al despeñadero futbolístico, a una edad en la que podía disfrutar de sus mejores días.
Con 30 años, Zamora bien pudo coronar su carrera en el equipo morado, por donde han pasado gloriosas figuras como Adonis Hilario, Odir Jacques, Miguel Ángel Mansilla, para nombrar solo a tres delanteros extranjeros. Y por donde, claro está, pasó Evaristo Coronado, ese emblema de calidad goleadora y de rectitud fuera del campo.
El fútbol no es para siempre y esa es una de las primeras y amargas lecciones que ha aprendido el delantero.
En una entrevista con La Nación, Zamora reconoce que el dinero se va rápido y conforme se va como agua entre las manos, las ‘amistades’ desaparecen. Ese el típico juego del terror, peor que El juego del Calamar, porque el protagonista sigue con vida sin saber a dónde ir.
Uno cree que el fútbol, las mujeres y los amigos estarán siempre, pero cuando el fútbol se va.. Se van muchos amigos, se van muchas mujeres y te quedás solo. Hay que valorar muy bien las personas que lo rodean a uno”, dijo a La Nación.
Sus palabras son demoledoras y claras. La vida es insobornable. Siempre cobra las facturas y es incluso muchas veces como esos usureros despiadados: con intereses demasiado altos.
El fútbol es un deporta maravilloso, pero puede convertirse en un severo espejismo y es lo que le ha ocurrido a Zamora. Llegar a la cima no es el desafío, como se ha dicho desde hace tanto tiempo, sino mantenerse.
En el “Entrenador mental” el psicólogo Juan Carlos Álvarez, quien ha trabajado en España con deportistas de alto nivel, el autor deja claro cómo debe preprarse una persona alcanzar sus metas. En estos tiempos de incertidumbre, a Zamora no le vendría mal darle un repaso a este libro cristalino y valioso.
Afortunadamente, en medio de esta tormenta silenciosa que vive el centrodelantero, al pasar del Saprissa al fútbol aficionado en tan solo dos años, la capacidad goleadora de Zamora está ahí: él es el que tiene que ir en su propio rescate. La pelota está, por ende, en su tejado, pero su drama ha de llamar a la reflexión a los jóvenes jugadores, quienes tienen que entender que el fútbol no es para siempre.