ANÁLISIS

Lic. Rafael Ugalde Quirós*

(DOMINGO 25 DE DICIEMBRE 2022-EL JORNAL). El Mundial de Qatar 2022 fue el de la ciencia y la tecnología. Floreció, más que nunca, cómo la ocupación de los espacios se debía a la excelente condición física y a la interpretación del juego.

El viejo fútbol dio paso al fútbol de la ciencia y la tecnología, en el que todo está medido milímetro a milímetro, como si se tratara de un juego de ciencia ficción.

En ese sentido, entonces, no se trata de cambiar dirigentes, bien agarrados en sus puestos como garrapatas, ni llamar a cambiar entrenador, convocar a tal jugador; sino darse cuenta de los cambios radicales registrados en Qatar por un deporte y un negocio denominado fútbol.

En Catar se consolidó la tendencia ya vista en Rusia 2018: la ciencia y la tecnología “basquetbolizó” el fútbol. Ahora la calidad de un profesional de este deporte puede medirse física y emocionalmente con instrumentos que le dicen a usted cuántos kilómetros recorre durante un partido, cuántos iones y potasio pierde durante 90 minutos, cuántos pases efectivos entrega, cuántas veces define una jugada en el área rival.

Ya no se trata de si es un “crack” con el dominio del balón, el capitalismo al industrializar el negocio inmobiliario y apretar la lucha por la vida en las excolonias redujo en las áreas rurales y las ciudades los campos para fútbol y puso a trabajar a corta edad a los niños que, generalmente, suplen de futbolistas a los países colonizadores.  

Por eso aparecen con menos frecuencia Eusebios, Di Stéfanos, Etoos, Pelés, Messis, Maradonas, etc. En pocas palabras, el negocio del fútbol ahora es práctico y exige maximizar la ganancia invertida a la hora de comprar un jugador, como sucedió en la Edad Media cuando traficaban con esclavos, cuya estatura y fuerza física era extremadamente valorada.

Hoy el fútbol exige protagonistas fuertes y de estatura gladiadora, por lo que en Catar la altura promedio del mejor portero superó 1.87 metros. Las defensas, mediocampistas y delanteros además de su imponente físico fueron probados por su agilidad mental a la hora de dar dinámica al espectáculo. Ya no se trata de un privilegiado dominador del balón con ambos perfiles y cabeceo excelente, sino además aprovechar los espacios libres dejados por el rival como sucede en el baloncesto, donde todos atacan, defienden y aprovechan las zonas menos congestionadas para dirigirse hacia la canasta.

La discusión de nuestros responsables de “cubrir” el balompié tiene ahora otro paradigma. No se trata de promocionar tal o cual jugador de Saprissa, Alajuelense, Herediano o Cartaginés, como solían hacerlo desde hace 20 años, sino remitirnos a qué está haciendo la dirigencia en cuanto a ligas menores, donde a juzgar por los resultados obtenidos en los certámenes regionales y mundiales dejan mucho que desear. Estos jugadores que van a llenar los equipos mayores y nuestras selecciones padecen de los mismos defectos que arrastramos desde décadas: muestran solamente un perfil, carecen de técnica para el cabeceo, lo que quiere decir que sus tutores posiblemente pasan enseñándoles videos y no exigen en el campo el perfeccionamiento de las técnicas modernas a la hora de acariciar el balón, ni desplazamientos dentro del campo de juego sin la pelota, ni capacidad para realizar al menos 3 o 4 jugadas de pared seguidas, porque tienen atrofiada la agilidad mental que todo el mundo sabe puede mejorarse a esa edad con perseverancia y disciplina.

No vemos en el campeonato nacional el perfeccionamiento de los bloques dentro del terreno de juego como evidenciaron los equipos del Croacia, Marruecos, Países Bajos, Argentina, Francia, Portugal etc. Esto explica no solamente el derrumbe del seleccionado nacional dentro del escalafón de la FIFA sino – lo digo con el mayor respeto – que hubo momentos de los partidos que jugamos sin media cancha. No tuvimos volantes de “llegada” ni “ofensivos”, produciéndose un bajísimo porcentaje de anotaciones, en vista que nuestros delanteros esperaban estacionados en el campo de juego el “alimento” de nuestros volantes, pues nuestros atacantes nunca concibieron jugar como bloque. Los 11 goles encajados no es otro más que el resultado del excesivo trabajo que dejaron para la zona defensiva.

No se trata que nos distraigan con críticas hacia éste o aquel dirigente que trató de meternos a jugar como “mojados” un partido amistoso frente a Irak, o responsabilidad de un entrenador por los jugadores escogidos, o si hay que renunciar a la empresa patrocinadora de nuestra selección, sino, señores, tener claro que en el campeonato mundial del 2026 el biotipo de los jugadores y la intensidad con que se disputará el balón serán extraordinarios.

Tampoco recurrir al conocido estribillo de la falta de plata. La participación en los mundiales han dejado a la Federación y a los equipos miles de millones de colones; hay conjuntos de Primera División que tienen Estadios del primer mundo. Es un asunto de análisis riguroso con base a la ciencia y la tecnología, así como de lo que queremos hacer en el 2026 después del “ridiculazo” que hicimos en Qatar 2022. Esta presentación en tierras árabes nos devaluó como país y ni se diga a los jugadores. Después de este Mundial tendrán pocas oportunidades en el Viejo Continente. Sigan viendo videos y comiendo palomitas de maíz.

*Periodista, Abogado y Notario por la UCR.

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