(VIERNES 05 DE ENERO, 2021-EL JORNAL). El carnaval de técnicos en la Primera División no se detiene. Ahora es Luis Marín el que deja de manera sorpresiva el Santos de Guápiles para irse al Herediano. Un camino similar al seguido por Paulo César Wanchope, quien de la noche a la mañana dejó al Cartaginés para ir al equipo florense hace un par de temporadas.
Los entrenadores siempre están listos con la maleta para marcharse por la circunstancia que sea, pero es poco serio que un técnico esté hoy en el banquillo de un equipo y a los dos días esté en el del adversario. Más allá de la necesidad laboral que cada cual tenga y que se entiende, ese ir y venir en un mismo torneo se presenta como poco serio y profesional.
Ahora, por ejemplo, Erick Rodríguez pasará de ser asistente de Jeaustin Campos a técnico del Santos. Este domingo jugarán, precisamente, Santos y San Carlos. Parece una comedia que hoy el asistente sea mañana rival en un lapso de 72 horas.
Si el fútbol de Costa Rica quiere crecer tiene que modificar esta regla, porque de lo contrario el campeonato pierde seriedad y formalidad y se convierte en una charanga.
Se entiende que si hay un puesto inestable es el de entrenador, pero con el carnaval que existe en el país se vuelve doblemente frágil y esto no beneficia a ninguna de las partes.
El día en que Costa Rica y su fútbol apuesten por la seriedad, ese día habremos dado un paso al frente hacia el verdadero profesionalismo. Mientras tanto, haciendo honor a febrero, que siga el carnaval y que salten las comparsas al campo: en Costa Rica todo es vacilón, como lo vaticinó nuestro poeta Isaac Felipe Azofeifa.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Píoquez.