(MIÉRCOLES 10 DE FEBRERO, 2021-EL JORNAL). Al presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, se le ve a la distancia como un delfín que encontró en el fútbol el protagonismo que le negó la política.
Y si se mira de reojo se le puede ver solo como un millonario excéntrico que tras la ‘Casa Blanca’ buscaba ganar notoriedad en los medios de comunicación.
Lo cierto del caso es que ha hecho de este Real Madrid un equipo moderno y ha sabido mantener e incluso mejorar la gloria que ya tenía el club antes de su llegada.
En medio de la pandemia, si hubo un equipo que ha sabido gestionar la situación económica es el conjunto merengue, con recortes en los ultramillonarios salarios de los jugadores, mientras la remodelación de 500 millones de euros del Santiago Bernabéu seguía en curso.
Cuando Cristiano Ronaldo, ya a esa altura leyenda del equipo, solo equiparable a Alfredo Di Stéfano, alzó la voz para pedir caprichos, a Florentino no le tembló la mano para ponerle precio y buscarle una salida.
Todo los madridistas protestaron, porque esa decisión en el momento parecía descabellada. Hoy, aunque Cristiano continúa con su gran profesionalismo en la Juventus, empieza a verse de manera distinta, como una forma inteligente de tomar determinaciones oportunas para la institución que él representa.
Lo mismo sucede con Sergio Ramos. Es cierto que es el gran capitán del equipo, líder dentro y fuera de la cancha, pero si no se ajusta a los parámetros del club, tendrá que irse del Real Madrid.
Así se maneja una organización de las proporciones del Real Madrid: con mano dura y políticas frías e inteligentes, a pesar de que el fútbol es el territorio de la emoción.
Nadie, dice el código de gestión de Florentino, está por encima del Real Madrid. Hacer lo contrario puede llevar a desproporciones, y quien dude de ello, que se dé una vuelta por el Barcelona.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.
