(VIERNES 29 DE SEPTIEMBRE-EL JORNAL). A Paulo César Wanchope casi lo atropella el elefante blanco y no lo vio pasar. Ahí, en el Fello Meza, quedaron sus hondas y grandes huellas y Wanchope tampoco las vio.
Es un asunto, como se observa, de miras. La diferencia en el juego no estuvo, como lo afirmó erróneamente el técnico, en la contundencia, estuvo en el plan de partido.
Las diferencias son abismales entre una cosa y la otra. Y si uno cree en su teoría a ciegas, como lo hace Wanchope, llega a conclusiones equivocadas y queda al margen una eliminatoria tirada al caño como le sucedió al Cartginés.
Wanchope ha demostrado, ya con suficientes hechos, que no está listo para grandes jornadas, que cuando llega el día D, las nubes se posan sobre el cielo del equipo blanquiazul y, literalmente, vienen llenas de brumas que nublan el análisis y las deducciones.
Si se sale a especular un cero a cero, a la espera de un contraataque milagroso, ante un equipo como la Liga, que tiene oficio de sobra, la diferencia, una vez más señor Wanchope, no es la contundencia, es la forma en que se asume el partido, y Cartaginés lo asumió desde el cálculo, pero las cuentas le salieron mal, muy mal, al técnico.
En casa era el día para intentar definir la serie de la Copa Centroamericana de Concacaf, pero no lo hizo y salió timorato, cediendo la mayoría de las veces el control del juego al adversario y el resultado refleja que la estrategia estuvo errada por completo.
El banquillo del Cartaginés, por ahora, le queda grande, muy grande, a Wanchope. Ni siquiera pudo competir en casa.
Wanchope, en definitiva, fue el único que no vio el enorme elefante blanco que se paseó ayer por el Fello Meza.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL
Un muy buen análisis.
Felicidades!