(MIÉRCOLES 26 DE ENERO, 2022-EL JORNAL). A un día del crucial partido contra Panamá, la Selección es sobre todo un mar de dudas. Es lo que se ha elegido a lo largo de un camino plagado de espinas y de malas decisiones. Tres técnicos en un período de tres años. Falta de claridad en cuanto al rigor de las convocatorias.
Fata de claridad administrativa desde la Federación de Fútbol. Mal juego en la cancha. Contratiempos y más contratiempos. El velero en el que navega la Tricolor es frágil y frente a un mar picado, la embarcación en cualquier momento puede naufragar.
Viene un Panamá que contabiliza 14 puntos. Que juega bien. Que arriba a suelo tico con confianza y con un norte más que claro. En el país hablamos de repechaje. Los canaleros miran a México, Canadá y Estados Unidos. Tienen la firme convicción de arrebatarles un cupo directo a Catar 2022.
Costa Rica, en cambio, parece que le queda solo el boleto al repechaje como esperanza máxima, pero esa esperanza pende de un hilo.
El estado anímico puede medirse con esta pregunta que vi en una red social: ¿A esta hora el jueves estaremos eliminados o con vida? La sola formulación de la interrogante deja ver que alrededor de la Selección Nacional lo que hay son dudas y más dudas.
Vive el técnico Luis Fernando Suárez aquello de que apaga un incendio y se enciende otro fuego. La defensa, que ha sido la fortaleza del equipo, hoy no puede contar con Cristian Gamboa ni Óscar Duarte y parece que Ricardo Blanco tampoco estaría.
Como se puede observar, el horizonte, lejos de estar despejado, plantea muchas brumas. No se vislumbra en el panorama un final feliz para esta Selección, que va de milagro en milagro, haciendo malabares para que la débil llama que la sostiene no se apague.
