(MARTES 25 DE ABRIL 2023-EL JORNAL). Una caricatura de equipo fue el Cartaginés ante la Liga. Anoche, en el Estadio Nacional, se repitió ‘el síndrome de Luis Fernando Suárez’ y Paulo Wanchope ni se enteró.
Antes de comenzar el partido, ya los blanquiazules iban perdiendo. Salió con un mediocampo sin marca. ¿Me pueden decir cuántos balones recuperó Michael Barrantes? El veterano es un jugadorazo, pero ya no le alcanza el físico para marcar. Con la tarea encomendada Dylan Flores, el equipo brumoso empezóa naugrar en la medular y luego en los costados, lo que se complementó con una pobreza en ataque demasiado evidente.
Un partido perdido de principio a fin desde el banquillo. No estaría mal que Wanchope y sus asistentes volvieran a las lecciones de táctica y estrategia, pero no solo vistas desde la óptica del fútbol, sino desde el arte de la guerra y del ajedrez, que es casi una redundancia.
Regalar un encuentro como lo hizo ayer el Cartaginés deja muy mal parado al cuerpo técnico y mancha la buena segunda vuelta que hizo el equipo.
Tras la derrota de anoche, la fiabilidad del equipo cayó al punto cero. ¿Quién va a confiar en este equipo? Como contra Guadalupe, que fue la otra goleada de esta segunda vuelta, no hubo reacción en la parte tecnico-táctica y el Titanic se hundió en las profundidades del mar Atlántico.
En la conferencia de prensa, Wanchope insinuó entre líneas que la responsabilidad era de los jugadores y creo que la gran responsabilidad es suya, porque como dijo Andrés Carevic: ‘nosotros no hicimos nada diferente’.
Si ayer perdió un equipo, fue el equipo del cuerpo técnico del Cartaginés. ¿Para qué tanta teoría, para qué tanta geometría, para qué tantos gráficos, si a la hora de las horas, cuando hay que interpretar el antes, el durante y el después, las respuestas son cortas y absolutamente insuficientes?
Cartaginés necesita con urgencia un manual de estrategi, porque ayer quedó más que retratado. A veces vale más la malicia indígena y la mirada criolla que Europa entera.