ENTREGA 11

Por Carmen C.

(MARTES 25 DE ABRIL 2023-EL JORNAL). Elena, una joven de 23 años recién graduada, acostumbrada a disfrutar de la compañía de sus padres y hermanos, aunque se sentía muy orgullosa de sus logros, reconoce que en la vida hay que hacer sacrificios y en esta ocasión debía aceptar el puesto que le asignaron lejos de su hogar sin el amparo de su familia y dejando a su novio en la ciudad con la promesa de visitarla una vez al mes.

Para enfrentar su soledad, le resultaba confortable encender una vela, dibujar lugares inexistentes que soñaba visitar y recorrer en las tardes de verano senderos resguardados por las sombras de grandes árboles; esos caminos cubiertos de hojas y flores silvestres le concedían en cada paso revivir su infancia al lado de su abuela Piedades, cuando la acompañaba a visitar a los enfermos del pueblo.

La ausencia de su familia causó en ella una profunda tristeza. Solo encontraba refugio en Fernando, su jefe, un hombre de 30 años, de mediana estatura, piel blanca, cabello castaño quien le brinda su afecto, apoyo y amistad.

Elena poco a poco se sintió atraída por ese hombre cariñoso, siempre dispuesto a cuidarla y a compartir con ella además de las funciones laborales, largos conversatorios e intercambio de experiencias, creando en ella una dependencia que fue creciendo cada día. Su encanto cambio su vida para siempre. Ella terminó con su novio.

Fernando tenía claro lo que quería, y con su mirada sensual, su ternura, amor, pasión, romanticismo y labia lograba despertar en Elena sentimientos y deseos que nunca antes concibió. Confiaba y se sentía unida y protegida por aquel hombre de experiencia que avivó en ella un amor obsesivo, ardiente, desenfrenado, que concluyó en infidelidades, indiferencia y traición.

Fernando era su hombre ideal, la idea de prescindir de él le producía un dolor muy fuerte, pero no podía evitarlo: tenía que enfrentar la realidad y mirándose en el espejo dijo:–

—Nunca más volveré a permitir ninguna agresión… Nunca más derramaré una lagrima.

 

Tres años más tarde solo quedaba una separación, aún sentía que no podía vivir sin él,… tomando a su niña de seis meses en sus brazos, cerrando la puerta detrás de sí, se preguntó:

¿Dónde quedó aquel hombre que yo tenía en un pedestal, el hombre tierno, dulce y apasionado? Ahora lo entiendo: en el fonde de mi alma sé que nunca me amó.

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