(VIERNES 04 DE AGOSTO-EL JORNAL). El Diriangén ha puesto al Herediano en su lugar: un empate, y muy sufrido, fue el marcador que apenas pudo obtener el equipo rojiamarillo que; sin embargo, en dos juegos en el torneo local había marcado ocho goles.
La realidad revelada por el equipo local en el estadio Cacique Diriangén, de Diriamba, Nicaragua, evidencia que la jerarquía del fútbol costarricense en Centroamérica ya no existe.
Herediano es, en todo sentido, mucho más equipo que los pinoleros; no obstante, ayer esa supremacía no se observó en el juego.
Y esto permite intuir cierta tendencia a la baja de nuestro fútbol, que hace tan solo nueve años se coronaba como la sensación del Mundial Brasil 2014.
Si no se vuelve a trabajar de manera sistematizada en las ligas menores, si no se invierte más y mejor en esta categoría, iremos por la ruta del cangrejo, que, en vez de avanzar, retrocede.
De nada valen los discursos de que nuestro fútbol es uno de los mejores del área, de que tenemos al equipo de más historia como es Saprissa, de que la Selección mayor acumula seis mundiales. Nada de eso vale, si vemos que, mientras otros progresan como Panamá y Nicaragua, nuestros pasos van en sentido inverso.
Es lo que no ha entendido ni la dirigencia de los clubes ni la dirigencia de la Federación de Fútbol. Hay que contratar a los mejores entrenadores, preparadores físicos, psicólogos y nutricionistas. Y para contar con los mejores hay que darles su lugar y pagarles a la altura de las exigencias.
Lo contrario es seguir jugando a la pulpería. Aquella que evocara hace año y medio Christian Bolaños y cuya mentalidad nos aleja cada vez más del fútbol moderno, que exige alta preparación física, concentración, profesionalismo en todos los aspectos, y mucha hambre de ganar.
