(MIÉRCOLES 20 DE OCTUBRE, 2021-EL JORNAL). Hay columnas que uno no quisiera escribir, como esta, pero no puedo dejar de decir que seguimos siendo aldeanos en un mundo extraordinariamente globalizado.
Se ha hecho un alarde sobre la inauguración de la Casa don Pedro, de la Liga, para albergar a los jóvenes talentos, como si se estuviera descubriendo una nueva galaxia, o mejor aún, como si hubiésemos confirmado una forma de vida inteligente en el universo.
Que Alajuelense busque generar noticia alrededor de la Casa don Pedro del Centro de Alto Rendimiento es más que válido y se entiende a la perfección, pero que la prensa entre en éxtasis a la hora de contar la historia, significa que no hemos aprendido a ver.
John Berger, novelista y ensayista inglés, ya en los años setenta había realizado un programa para la BBC que hizo época y que se llamaba precisamente: ‘Formas de ver’ para observar el mundo del arte contemporáneo desde otra mirada.Y ahí está la clave: ver más allá de lo obvio.
El foco nuestro no debe estar en el Centro de Alto Rendimiento de la Liga, no, ahí no debe estar la mirada. La mirada ha de estar en Limón para escudriñar cómo el semillero de semilleros del fútbol de Costa Rica se hunde como un barco sin capitán ni timón, y está a punto de superar los 3000 metros de profundidad que alcanzó el Titanic.
Perder a Limón en el fútbol federado costarricense es gravísimo. Es como si en Costa Rica en los años 50 hubiese aparecido petróleo y se mirase para otra parte.
El problema del aldeano es que sufre de excesivo asombro e invierte los valores: lo cotidiano se encumbra a categoría metafísica y lo relevante queda de lado. Es lo que nos sucede hoy con la Residencia de Alto Rendimiento de la Liga. Más que ver el edificio, es ver cómo trabajan los manudos las ligas menores con profesionales bien pagados y con suficientes recursos. No creo, por ejemplo, que con Víctor Badilla y Enrique Quique Vásquez sea suficiente para semejante tarea.
Y el foco, señores, no debe de estar, insisto, en el lugar equivocado. Por eso hoy, irse a Limón, investigar, preguntar, ver, escuchar, para saber qué pasará con el equipo es más importante que la publicitada Casa don Pedro.
Debemos superar nuestra mentalidad de aldea. Y no estaría mal que los periodistas diéramos ese primer paso.
A veces pienso, con desazón, que seguimos, física y mentalmente, yendo al aeropuerto a ver salir los aviones para saludar aferrados a la malla, como hacían nuestros abuelos hace un siglo, mientras tanto, el mundo gira a la velocidad de la luz, y los sátelites de la NASA hurgan en los anillos de Saturno con tanta propiedad, que no sabemos si es realidad o ciencia ficción.
¡Aldeanos, eso es lo que somos!