(MIÉRCOLES 23 DE NOVIEMBRE 2022-EL JORNAL). Cuando se vive en un falso cuento de hadas el despertar es un ridículo y de pesadilla. Costa Rica vendió la idea de que iba hacer campeón del mundo, y eso lo alimentó el cuerpo técnico y un sector de la prensa.
Son consecuencias de no aceptar que se clasificó por medio de un repechaje, sin haber sido mejor que Nueva Zelanda y la presencia de un técnico –Luis Fernando Suárez—,que necesitó de una comisión técnica para rectificar.
Y lo más importante: a lo largo de la eliminatoria, nunca supimos a qué jugaba la Selección. Hubo mucho verbo, mucho humo y mucha complacencia por parte de un sector de mis colegas. Todo era un cuento de hadas, alimentado desde las arcas de la Federación de Fútbol, y se olvidó que se venía un Mundial, en el que se juega a otro ritmo, en el que la intensidad, esa palabra ironizada por el propio Suárez, sí cuenta.
En fin, que el resultado no es el fruto de un mal partido. Es el corolario de una mala gestión administrativa y deportiva, que se maquilló todo el tiempo y cuyo canto de sirena muchos extendieron en medios y redes con una pasmosa candorosidad.
Oigo, en caliente, que algunos hablan de falta de actitud y de esfuerzo: una vez más se equivocan. Si se hace un diagnósitico impreciso, se vuelve a tropezar con la misma piedra.
Hoy, el gran responsable del ridículo tiene un nombre: Luis Fernando Suárez. Al que le gusta hablar de caprichos y cuando por ahí surgía una pregunta incómoda, en medio de una andana de consultas complacientes, cambiaba el tono y apuraba las respuestas.
El otro gran responsable es el Presidente de la Federación de Fútbol, Rodolfo Villalobos, que incluso corrió a firmar al técnico por cuatro años más. Es decir, que siga la fiesta, que siga el carnaval, aquí no ha pasado nada.
Los jugadores, sin duda, tienen su cuota de responsabilidad, pero el mayor peso recae en el capitán del barco –Suárez—y quien dirige la compañía –Villalobos— porque ambos pensaron que el anuncio del iceberg que se aproximaba, era una falsa alarma y siguieron raudos hasta estrellarse con la realidad.
Ridículo en toda regla, pero les garantizo que no pasará nada. ¡Todavía podemos ser campeones del mundo!