(MIÉRCOLES 10 DE MAYO 2023-EL JORNAL). Saprissa y Herediano se han enzarzado en un enfrentamiento verbal estéril. Son unos dimes y diretes que solo dejan ver las grietas que ambos equipos tienen en sus dirigentes, quienes se comportan como lo hacían sus pares en los años ochentas y noventas.
Eso sí que es de otro siglo. Lo que debería de prevalecer, previo a un juego tan importante como el de mañana, entre las dirigencias es la camaradería, el buen trato y el ejemplo para que las aficiones tomen nota de que sus líderes lo hacen bien y vale la pena imitarlos.
Pero este panorama no existe. Ocurre todo lo contrario: acusaciones van y acusaciones vienen. Presiones por jugadores que no interesan, pero así encarezco el valor de ese futbolista y así perjudico a mi adversario.
Muy pobre. Pobrísimo proceder. Lástima que en tiempos de Internet nuestra dirigencia no se entere de nada. Ayer, terminado el partido Real Madrid-Manchester City daba gusto ver la forma en que se saludaban y abrazaban Vinicius Jr. y Kyle Walker, que en el partido habían sostenido un duelo, largo y desgastante, pero que tras el pitazo final, eran colegas y profesionales que se miraban a la cara con mutua admiración.
Mientras eso sucede en el gran mundo, nosotros seguimos en este submundo que Gaetano Pandolfo denomina fútbol de quinta categoría. Al paso que vamos, ya estamos en la sexta y séptima, es decir, cada vez peor.
Saprissa y Herediano están obligados a darle altura a estas semifinales, tanto en la gramilla como fuera de ella, pero la realidad es que parecen dos loras diciéndose banalidades a ver cuál de las dos gana el concurso de la intrascendencia.
Más seriedad, señores, el fútbol merece respeto.