(JUEVES 21 DE ABRIL, 2022-EL JORNAL). Si a Alvin Toffler, famoso futurista de los años ochenta, y autor del ‘Shock del Futuro’, le hubieran preguntado si Saprissa va a clasificar, diría tajantemente que no.
Y no porque Toffler, ya fallecido, aspirara a ser adivino, su ciencia era de las predicciones, y estas se establecían con base en parámetros medibles.
Y el primer indicio es que Saprissa ocupa en la actualidad el séptimo puesto, a tan solo tres puntos del colero Jicaral.
Frente al Herediano anoche, con un hombre menos gran parte del partido, resistió por orgullo y coraje, como hacen los soldados de las grandes contiendas, pero tanto fue el cantaro al agua que se topó con Kennedy Rocha, quien al final venció al buen portero Aarón Cruz.
Saprissa debe aprovechar esta crisis para rehacerse de verdad y para ello tiene que olvidarse de maquillajes. El título 36 fue un espejismo del que hoy se pagan sus consecuencias, por no haber sabido interpretar aquella gran victoria del equipo de Mauricio Wright.
Los estrategas militares y mercadológicos siempre se hacen las dos mismas preguntas: ¿Qué hacer con la derrota? ¿Qué hacer con la victoria? De la respuesta que den, depende el presente y el futuro de esa organización.
En Saprissa, sin embargo, Juan Carlos Rojas y sus socios se embriagaron de éxito, a sabiendas que hacían un ejercicio de trapecistas y que ante el más mínimo detalle les esperaba el abismo.
El abismo es el futuro de Saprissa hoy. No obstante, la vieja y perenne metáfora de las cenizas del Ave Fénix le puede servir al equipo morado para volver con su grandeza, con su historia, con su jerarquía, pero antes tendrán que doblar rodillas, reconocer su difícil momento y apelar a la humildad y a una dirigencia que establezca metas y objetivos claros, que los entienda cualquier aficiondo en la gradería oeste del estadio Ricardo Saprissa.
Saprissa no puede seguir jugando a los algoritmos ficticios. Ha de aterrizar. Hoy, el equipo da pena ajena. Y una institución de su calibre, de su altura, de su garbo, como diría un personaje del gran Arturo Pérez Reverte, no puede andar recogiendo migajas en el campeonato.