(JUEVES 30 DE JUNIO, 2022-EL JORNAL). El técnico de Alajuelense, Albert Rudé, dijo, más convencido que por diplomacia, que no había un favorito para esta noche y lleva razón porque quien piense que Cartaginés va a ir a hacer el pasillo al Morera Soto, se equivoca de principio a fin.
Es una final. Quien espere fútbol preciosista tendrá que ir a Youtube a buscar los partidos de la era de Guardiola en el Barcelona.
Quien hable de juego aburrido, en alusión al del domingo pasado, es porque la táctica y la estrategia no le interesan ni un instante.
Quien piense que ya sea Alajuelense o Cartaginés harán concesiones en el terreno de juego, es porque nunca ha visto en directo una final, o todavía se cree el cuento aquel de que el que juega mejor es el que gana.
Una final es una ‘batalla’ y como tal se ha de llevar al arte de atacar en el momento justo, porque solo así se podrá sorprender al adversario.
Sun Tzu, en su clásico El arte de la guerra, un libro para leer en una tarde y para digerir en toda una vida, demuestra que hay que tener en consideración el clima, el terreno, la fuerza del rival, su convicción, su preparación y la precisión de cirujano cuando se trata de intervenir.
Dicho lo anterior, está claro que hoy los detalles, los ínfimos detalles son los que cuentan, y es muy difícil permanecer concentrado los 90 minutos, porque los jugadores de fútbol aunque no lo creamos, son humanos, están inscritos en Registro Civil, pagan impuestos, escuchan pop o rock y también se equivocan.
Y en esa fracción de segundo en que emerge la duda y el error, es que cualquiera de los dos contendientes tiene que intervenir para marcar la diferencia.
Será por ende, y muy bien dicho por Rudé, un partido en el que la paciencia será un factor determinante.
El encuentro empieza con un cero a cero, por lo que el equipo que tenga esa capacidad franciscana de esperar el momento cumbre, será el que salga hoy del Morera Soto vencedor.
Aquí, señores, no hay esoterismos, pero sí cábalas, porque cada cual ha de tener debajo del brazo su amuleto, algunos le rezarán a la Virgen de los Ángeles y otros a la Virgen de la Agonía, sin advertir que los hilos telefónicos conducen a la misma fuente.
Humano, demasiado humano, como diría Nietzsche, y aunque el fútbol se juegue con los pies, se determina con la cabeza, y el que tenga la cabeza más fría, será el que recoja los frutos sagrados de la victoria.
Y sí, Rudé lleva razón, en una noche como esta, no veo a ningún actor dispuesto a hacer de San Valentín: nadie regalará nada.