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Pesadilla con final feliz

(VIENNES 08 DE OCTUBRE, 2021-EL JORNAL). Un empate en una eliminatoria y de visita siempre es meritorio, lo que pasa es que en la sucesión de partidos que se vienen, solo el conteo de octubre nos dirá si el 0 a 0 en Honduras tendrá valor y sentido.

Costa Rica volvió a tener un comportamiento que fue de más a menos, sin salirse de un fútbol discreto y por muchos tramos mediocre.

En las circunstancias en que la Selección logró el empate es un aliciente para el grupo, pero las formas, incluso en situaciones tope, como las actuales, siempre son relevantes.

Se preveía que Costa Rica se iba a defender, pero en realidad no lo hizo. A lo que apeló el equipo de Luis Fernando Suárez fue a resistir, casi sin pasar de la mediacancha en todo el segundo tiempo.

Tras el ver partido de la Tricolor, se tiene la sensación de que uno hizo un largo viaje, y por los distintos caminos recorridos se topó con muchas pesadillas, aunque al final parece que hubo un final feliz, no obstante, insisto, en que el desenlace sobre todo ante El Salvador, será el elemento que le dé un sentido final al punto cosechado en el Olímpico Metropolitano de San Pedro Sula.

El cierre del juego de anoche, guarda muchas similitudes con lo ocurrido en el Rommell Fernández en Panamá: una Selección arrinconada atrás, sacando balones a como diera lugar, con un Keylor Navas pletórico en ese lance que le saca a Kevin Arriaga.

Esta jugada es de playstation y responde a los reflejos de un viejo zorro de la portería, pues no hay forma de explicarla desde la racionalidad. Es una acción de puro instinto, brutal y plástica, como para inmortalizarla en una escultura y que así se recuerde por los siglos de los siglos.

Sin esa parada, no obstante, todo el andamiaje, una vez más frágil y lleno de dudas, estructurado por Luis Fernando Suárez se hubiera venido abajo.

Costa Rica juega mal. No es que se le reproche que juegue a defenderse, no, no es este el caso, es que Costa Rica ante Panamá y Honduras se ha comportado como un equipo pequeño. No he visto a ninguna Selección de la octogonal practicar tal temeridad y andar siempre al filo de la navaja.

Se puede ser muy defensivo, con respuestas ofensivas. Sin ir muy lejos, la Costa Rica de Pinto en el 2014. Costa Rica en cambio, juega a esconderse, literalmente, atrás, olvidando que en el fútbol existen las famosas e imprescindibles transiciones al ataque.

La Costa Rica de hoy es más de pesadillas y vacíos que un verdadero equipo de fútbol, y hasta ahora siempre pende de un hilo muy, pero muy delgado, resguardado por Navas.

 Lo de ayer en Honduras fue una apuesta de trapecista suicida, a la espera de qué pasará el domingo en el Estadio Nacional frente a un El Salvador que viene con la moral al tope.

 

Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez

 Esta columna se publica a diario en FxD y en EL JORNAL

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