(MIÉRCOLES 31 DE AGOSTO, 2022-EL JORNAL). Me asombran algunas reacciones extremas sobre el clásico que Alajuelense y Saprissa organizarán de manera conjunta.
Me parece un ejemplo de madurez y grandeza de ambos clubes y desde luego que es un ejercicio de inteligencia. No desdeño las pasiones y las ventajas que puede significar jugar en casa, como era el caso de los manudos, pero si encima de todo hay un buen negocio para los dos partes, es una oportunidad inmejorable que no debían dejar escapar.
Lo corriente es que entre morados y liguistas haya ese enfrentamieno llevado hasta el absurdo, en cambio, lo novedoso, lo de presente y futuro es que, pese a la archirrivalidad, haya espacios para el encuentro, para dirimir qué es conveniente para que las dos instituciones ingresen sumas millonarias, sobre todo después de sobrevivir a una larga pandemia de casi dos años con los estadios vacíos.
El fanatismo ciega, entorpece y exhibe a aquellos que solo son capaces de ver una arista del conjunto. La apertura en cambio, a propósito de la perestroika que hoy se recuerda en el mundo a raíz de la muerte de Mijaíl Gorbachov, es abrir y ampliar horizontes.
Acaba de llegar el nuevo fiscal de la Federación Costarricense de Fútbol, Carlos Ricardo Benavides, y ha dado entrever que siempre se puede negociar, incluso con el adversario más enconado.
Entonces, no me digan que es un error, un horror y una torpeza que dos instituciones como Saprissa y la Liga se pongan de acuerdo para llevar su partido al Nacional y compartir ganancias.
El mundo necesitó en su momento una perestroika política. Hoy se requiere en el fútbol tico una perestroika mental. ¡Hay que ver más allá de las narices!
