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‘Pase maestro, lo estábamos esperando’

 

(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 03 DE JULIO, 2020-EL JORNAL). Sucedió un miércoles 25 de junio en las semifinales de México 86 entre Argentina y Bélgica. A Falta de cinco minutos para el final, un jugador con tendencia a la calvicie, que más parecía un intruso que una estrella espera en la línea de cal para ingresar al partido. No es un futbolista cualquiera. Es un grande del fútbol argentino. Es su ídolo. El diez lo esperaba en el campo con ansiedad. Ricardo Bochini, con el inapropiado número tres, porque el suyo siempre había sido el diez, ingresa por Jorge Burruchaga.

Quien se consagraría días más tarde como el mejor del Mundial, lo aguarda con la solemnidad con que se mira a los elegidos. En el momento en que el Bocha pasa frente a él, Diego Armando Maradona, que había sido la estrella del partido al anotar al 51’ y 63’ , le espeta: Pase maestro, lo estábamos esperando.

Fue la imagen más sublime de México 86. Ni siquiera el éxtasis de la victoria ante Alemania se compara a ese momento. Maradona, con sus grandes gestos simbólicos, rendía pleitesía a un grandísimo jugador, ídolo de sus días de infancia, y a quien el propio fútbol argentino había querido, muchas veces, dejar al margen.

Pero ahí estaba el capitán para impedir primero que al Bocha lo dejaran en el olvido. Incluso, como bien cuentan los narradores de ese juego, Maradona se desvive por dejar de cara al gol a Bochini. En prácticamente la última acción, va por el costado izquierdo e intenta filtrarle un pase  al crack de Independiente para que logre una anotación. No lo consigue porque la pelota es desviada a última hora y el Pelusa se lleva las manos a la cabeza en lamento de que los dioses no le hayan permitido hacer la faena completa para su maestro.

Maradona, demonizado por su desastrosa vida privada, sabía sin embargo, cómo se tiene que tratar a los ídolos. Sabía, también, ubicarlos en el pedestal que se merecen.

En Liga Deportiva Alajuelense deberían aprender de la lección de Maradona. ¿Cómo entender que a Wílmer López le dediquen una gradería para salir del paso y hoy esté fuera de esa institución? Wílmer, para Alajuelense, debería ser el Bochini de Maradona.

En los juegos cruciales dirigidos por Andrés Carevic se ha notado que falta experiencia en ese banquillo. La experiencia no se compra en Amazón con envío certificado. La experiencia se fragua en el barro, en los días de tormenta, en largas noches de incertidumbre y oscuridad. Wílmer y otros como Mauricio Montero, Cristian Oviedo, Luis Diego Arnáez y Josef Miso merecen un lugar destacado en las tiendas rojinegras.

En estos tiempos convulsos para los manudos, la Liga todavía puede hacer suyas para Wílmer aquellas memorables palabras de Maradona a Bochini en el Estadio Azteca: Pase maestro, lo estabamos esperando.

 

*Escritor y periodista. Autor de La Gran Hazaña y Ganar con el corazón. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.

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