(MARTES 21 DE SEPTIEMBRE, 2021-EL JORNAL). Martes 21 de septiembre de 2021. Estamos, por ende, en el siglo XXI. Y leo en las noticias que el entrenador del Santos de Guápiles se queja con ironía porque los jugadores de Saprissa terminaron en el piso para perder tiempo. Es absolutamente inverosímil que ello pase en un fútbol que aspira siempre a ser mundialista.
El frío, entonces, no está en las cobijas, como decían nuestros antepasados. La pobreza del seleccionado no estriba, necesariamente, en que tenemos una forma de jugar el torneo que no siempre premia al más regular. Hay factores de más peso debajo de este engranaje que conviene evaluar.
Uno de ellos, manido hasta el alma, es el ritmo al que se juega. Aquí intervienen los técnicos, a quienes no les incomoda que se pierda tiempo desde el minuto cinco de partido, si con ello se alcanza el empate, que de paso les da solo un punto.
También es pertinene profundizar a qué juegan y cómo juega los equipos: he visto partidos, alguno de ellos me tocó comentarlos, en que de forma asombrosa uno constataba que el club X no quería pasar de su propio mediocampo. Y así, ¿cómo se gana un partido? ¿Y el espectáculo dónde queda? ¿Cómo se le pide a los aficionados que vayan a ver un encuentro en el que si pudieran los equipos no buscan llegar a marco contrario?
Hay una gran diferencia entre salir a ganar o salir a empatar. Todavía prevalece en el país la idea de que cuando se es visitante, es suficiente con obtener un punto. Con esta mentalidad aldeana no vamos a ninguna parte, excepto al ostracismo.
En este esquema también entran los árbitros. Primero, porque deben darle más fluidez al juego y en segundo término porque no puede perderse una media de 20 a 30 segundos a la hora de cobrar faltas a balón parado.
Por otra parte, si se mejora la técnica de los futbolistas, el salto cualitativo que daría nuestro fútbol sería fenomenal. Haga un ejercicio simple: cuente cuántos pases seguidos es capaz de hacer un equipo en campo contrario. El resultado le asombrará.
Si un futbolista no es capaz de realizar un pase bien a diez metros de distancia de su compañero, ello significa que todo el engranaje que le permitió llegar a la primera categoría falló.
Otro de los factores, porque la lista podría resultar muy amplia, es el relevo generacional. ¿A qué edad debutan los jugadores costarricenses en la Primera División? La norma de la Unafut que obliga a los clubes a cumplir con 1.440 minutos para futbolistas menores de 21 años, es de por sí una muestra inequívoca de cómo el sistema erra estrepitosamente.
Si los vemos en su conjunto: ritmo, perdida de tiempo, enfoque en los partidos, técnica, fluidez y proyección, nos damos cuenta de que más que la forma es el fondo lo que le hace daño al fútbol costarricense, que hoy va en carreta mientras en el primer mundo viajan en jets en busca de la cima.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez