(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 27 DE JUNIO, 2018-EL JORNAL). Tras el Alemania-Corea del Sur afirmar que ningún deporte se parece al fútbol no tiene ni un ápice de pretensión.
Cómo imaginar que el campeón del mundo, que humilló 7 a 1 a Brasil en el 2014, iba a quedar de último en el grupo F, detrás de Suecia, México y Corea.
Se ha dicho tantas veces, pero vale repetirlo una vez más: el fútbol se parece tanto a la vida, que a veces se confunden y hoy el vencedor es mañana el que carga con la cruz del fracaso.
El Mundial de Rusia 2018, con esa bestia negra llamada VAR, y a pesar de él, sigue dando emociones a granel y presentando realidades increíbles, incluidas las tristes imágenes de Maradona en la grada, fuera de sí, no se sabe si por emociones naturales o inducidas.
El Mundial se convierte, así, en un microcosmos con sus propias realidades. Y Alemania llevó al límite esa situación, jugó a la ruleta rusa y perdió.
Igual camino pudo haber seguido Argentina, y un gol agónico de Marcos Rojo los salvó.
El fútbol da para todos los gustos, y en cada encuentro del Mundial reafirma que a pesar de todo lo que le han robado, como bien lo decía el legendario David Yallop, sigue siendo el deporte más emocionante del mundo.