LUNES 30 DE NOVIEMBRE, 2020-EL JORNAL). Alfredo Di Stéfano supo desde muy joven que lo suyo era un idilio con la pelota. El material de sus sueños pasaba por un balón. Por eso siempre la trató con finura, como si fuera una rosa de abril.
Di Stéfano sabía que nada en el fútbol es posible sin ella. A su alrededor giraba el mundo. No en vano era parecía el mundo. Metáfora perfecta de lo circular. Ya muchos años antes, Galileo estuvo a punto de ser llevado a la hoguera por afirmar que la tierra era redonda.
La pelota, por lo tanto, encierra en sí todo un universo de enigmas. Al decir de Hugo Tassara Olivares, ya fallecido, Di Stéfano fue el primer gran jugador que sabía jugar con balón y sin él. La búsqueda del espacio lo marcaba la pelota. El gran jugador del Real Madrid lo sabía y su oda era plena y constante con la pelota.
El fútbol moderno, lamentablemente, ha llegado a olvidarse de la pelota. Ahora interesan más los conos, las vallas, las pizarras, la obsesión por una falsa táctica y estrategia, porque lo cierto del caso es que la pelota lo da todo.
La mejor táctica y estrategica gira alrededor del balón. Hay equipos que se organizan de manera extraordinaria para recuperar la pelota y cuando la tienen no saben qué hacer con ella. Es el fútbol de laboratorio, que apesta a química y al que le falta calle.
Sí, la calle era el lugar predilecto para que los futuros cracks hicieran sus ensayos favoritos: amago por aquí y salgo por allá; zigzagueo y dibujo camino que me llevará al gol.
Para jugar bien al fútbol hay que atreverse y sin la veneración de la pelota se puede jugar bien al rugby o a algún invento de pandemia y de coronavirus.
Por eso Di Stéfano, en su calle, cuando se retiró, le hizo un monumento a la pelota y escribió: “Gracias, vieja”. Le susurraba a la amiga del alma un inolvidable tango de amor.
De ahí que Maradona pidió que en su lápida se escribiera: “Gracias a la pelota”.
Los grandes sabían que en la gramilla el balón los dividía entre peones y artistas, y ellos querían ser Picasso, Mozart, Bach, Vivaldi, Beckett y Saramago, y aspiraban a la circularidad perfecta y decir en voz alta con Machado: “Hoy es siempre todavía”. ¿Perciben la circularidad del verso? La pelota, siempre la pelota, universo y canción.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.