(VIERNES 22 DE DICIEMBRE-EL JORNAL). Las reacciones a la Superliga, con vía abierta por parte del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TDUE), llaman la atención por la miopía que llevan implícitas.
Ahora sucede que el monstruo de las mil cabezas es la Superliga. No hay que ir, muy lejos, sin embargo, para saber que en Costa Rica también hay un exceso de miopía.
El hecho, por ejemplo, que un equipo de la división de ascenso tenga que estar todo un año en un rango de competición alto para que al final no obtenga nada si no asciende directamente, es una muestra de esa miopía de la que hablo.
¿Cómo no existe una liguilla por el no descenso? ¿Cómo no se ha subido de 12 a 14 equipos y que desciendan dos directamente cada temporada? No, aquí hay intereses muy fuertes y nadie querrá soltar amarras, con lo cual obstaculizan el desarrollo del fúbol nacional.
La falta de visión para darle un mejor respaldo al arbitraje es otro de los elementos que hacen de la miopía en el fútbol costarricense un deporte nacional. A eso agréguele la falta de visión en el manejo e impulso de las ligas menores, vistas como una carga y no un potencial, y estamos en presencia de un panorama más oscuro de lo que parece.
Y para rematar la ecuación ha de tomarse en cuenta que las inversiones en infraestructura, en primera y segunda división, llevan al menos tres décadas de rezago, con lo cual se evidencia que la dirigencia sigue siendo aficionada y muy poco profesional y clara a la hora de hacer proyecciones.
Es indudable que los equipos costarricenses e internacionales necesitan del surgimiento de nuevos modelos de competición para obtener mayores recursos.
Por eso no se entiende la reacción negativa en Europa a la Superliga, pero igual pasaría si la propusieran aquí: primaría la falta de visión hacia un futuro mejor.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL