(JUEVES 20 DE JULIO 2023-EL JORNAL). El nuevo Comité Ejecutivo, que encabezará Osael Maroto como presidente, debe entender que no se trata de ocupar una silla solamente, sino que el fútbol nacional lleva casi una década de estancamiento en muchos sentidos.
En ligas menores, en infraestructura, arbitraje y en proyección nacional e internacional son campos en los que hay un enorme trabajo por hacer, a falta de claridad de objetivos de la administración que pronto concluirá de Rodolfo Villalobos.
Está claro que Maroto y sus acompañantes no tienen la varita mágica para cambiar todo de un solo golpe, pero si tienen voluntad y objetivos claros pueden hacer una buena gestión.
Deben olvidarse de lo personal para ponderar lo colectivo. La institucionalidad debe de estar por encima de todo, si no quieren que su gestión termine en un fiasco.
Hoy hay un campeonato que se debe mejorar y aunque esto de forma directa le corresponde a Unafut, muchas de las políticas federativas pueden influir a un bienestar del balompié nacional.
El problema de la Fedefútbol es estructural. Se nota ahora. Se van unos, pero se quedan muchos que ya han estado por años en el Comité Ejecutivo. Además, con la conformación y la distribución de votos entre las ligas, algunas de las que no deberían de estar, el asunto toma tintes políticos indiscutibles que se extienden luego como una ancha sombra.
En saber gobernar estaría la clave del Comité Ejecutivo que asumirá a finales de agosto, no obstante, ya se dice que andan desesperados por contratar a Juan Carlos Osorio; es decir, que sin haber asumido funciones ya siguen lineamientos errados a la hora de escoger al nuevo técnico.
Queda claro, entonces, de que no se trata solo de ocupar una silla vacía en la Fedefútbol, porque el asunto es mucho más grave y conlleva grandes responsabilidades.
