(MIÉRCOLES 12 DE ABRIL 2023-EL JORNAL). Se ha desatado una especie de frenesí en relación con los insultos raciales que pareciera surgen por todos lados.
Primero estuvo el delicado incidente entre Jeaustin Campos y Javon East y más recientemente entre Bryan Segura y Carlos Rivera.
Aquí lo primero es evitar atacar un prejuicio con otro, como parece haber sucedido con el caso de Jeaustin Campos, que fue llevado a la hoguera antes de un debido proceso.
Lo segundo que debía hacerse en este tipo de casos es contar con estructuras claras de quiénes son los encargados de velar para que este tipo de ofensas sean debidamente castigadas, pero de nuevo, insistio, sin la necesidad de llevar a la cruz de manera anticipada a los presuntos agresores.
Decir, como oí por ahí, que se hizo una investigación de medio día es un chiste de mal gusto y evidencia muy poca seriedad.
El asunto del racismo ha de tratarse a profundidad, tanto en su fase previa, que es la educativa, como la posterior, en la que han de venir las sanciones.
Y las pruebas son más que importantes, porque si no vamos a caer en un rosario de afirmaciones y contraafirmaciones que no llevan a ninguna parte.
Hoy, por lo que observo en el fútbol nacional, nuestros dirigentes no están preparados para asumir el reto de erradicar los insultos raciales, un problema que tiene raíces más allá del fútbol.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL