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Los excesos de la Policía de Tránsito en Acosta

(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 07 DE MARZO, 2019-EL JORNAL). Acosta, cantón ubicado a 30 kilómetros al suroeste de San José, es objeto desde hace por lo menos cinco años de una atención exquisita por parte de la Policía de Tránsito.

Hay, a diario, al menos tres oficiales destacados, lo que no sucede en cantones fronterizos como el propio Aserrí y en tiempos en que se acusa una insuficiencia de oficiales.

Que la Policía de Tránsito esté en Acosta no es ningún problema. Bienvenida. El problema es el proceder de los oficiales destacados. En Acosta se dan persecuciones a ciudadanos como si esto fuera el Viejo Oeste estadounidense, o un capítulo de la vieja serie Los Duques de Hazzard, con lo cual se pone en peligro la integridad de niños que se dirigen a la escuela, de adultos mayores y de los ciudadanos en general. Que esto suceda es un auténtico irrespeto a la ciudadanía.

En Acosta la población tiene temor de los oficiales de tránsito, no porque sean muy valientes, sino porque confunden su deber como autoridades.

Acosta debe ser el cantón con más partes por metro cuadrado en Costa Rica y donde los ciudadanos reciben un trato improcedente.

Esto ha traído la ruina para el comercio de San Ignacio. Quien dude de esta afirmación, que le pregunte a los comerciantes que tengan la valentía de hablar, porque hay otros que aplauden porque están cuidando de sus intereses.

Las grandes preguntas que ha de hacerse cada ciudadano acosteño son las siguientes: ¿A quién sirven los oficiales de tránsito? ¿Sirven a los ciudadanos? ¿Cumplen con la labor de orientar a los conductores y de fomentar el orden en Acosta o logran exactamente lo contrario?

El señor director de tránsito, Germán Marín, debiera venir a Acosta y enterarse directamente de lo que está sucediendo y tomar las medidas pertinentes para que proteja a una población que hoy está temerosa, indefensa y que es víctima de las muchas irregularidades que se dan.

En este contexto, es una lástima que, pese al perjuicio que a diario se le causa al comercio y a la ciudadanía con lo que está ocurriendo, el gobierno local, encabezado por el alcalde Norman Hidalgo, mire para otro lado.

Pronto vendrán las elecciones y hay que ver si el señor al alcalde sigue mirando para otro lado. Y la responsabilidad también le compete al Concejo Municipal que moralmente está obligado a acompañar a su pueblo en sus luchas. El Concejo tampoco se da por enterado.

Acosta fue construida por los tatarabuelos y los abuelos que abrieron brecha entre montañas. No se puede permitir que el cantón esté secuestrado como si aquí predominaran otras leyes, otras formas, y como si el cantón no estuviera protegido por la Constitución Política de Costa Rica

Acosta pertenece a los acosteños. Hay que rescatarla con hidalguía, compromiso y valentía.

El Padre Alfonso Quirós Artavia, en un momento delicado de nuestra historia, movió cielo y tierra para solucionar graves problemas, y cuando agotó todas las medidas diplomáticas y de sentido común, y ante la ceguera y la falta de compromiso de las autoridades locales y nacionales, se lanzó como un héroe, que lo era, a las calles a exigir los derechos que se merecía este pueblo.

Hoy toca a los acosteños valientes levantar la mano y unirse a esta gran lucha por el respeto a los ciudadanos, para que cada ciudadano pueda venir al centro y circular por el cantón sin temor a recibir un trato inadecuado por parte de la Policía de Tránsito.

Con la ley todo, por encima de la ley, nada ni nadie, como dice el excelso Presidente de México, Manuel López Obrador.

Señores y señoras, aquí no valen persecuciones gratuitas, amenazas, ni manifestaciones de poder indebidas por parte de quienes ostentan un uniforme: aquí prevalece la valentía de un pueblo digno, que exige respeto y consideración.

Es hora, por lo tanto acosteños, de exigir respeto, de convocar a las autoridades locales para que rindan cuentas por su silencio, y al señor Germán Marín, quien debe, porque es parte de su labor, escuchar y brindarle una solución a este pueblo valeroso de Acosta, que ya no está dispuesto a soportar los excesos y los comportamientos inadecuados de quienes ostentan un uniforme.

La ciudadanía acosteña exige respeto a las autoridades de tránsito. (Foto con fines ilustrativos).

 

 

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