(JUEVES 01 DE ABRIL, 2022-EL JORNAL). Es ya casi una norma: sea que lo haga como gerente, entrenador, consejero, relacionista público, exfutbolista o aficionado, Jafet Soto siempre se queja del arbitraje, el que, por justicia divina, nunca ha favorecido al Herediano.
El hecho de solo focalizarse en los árbitros no le hace ningún bien al fútbol ni al propio equipo florense, que como todos los clubes en el país, en un momento dado se ha visto beneficiado y en otros perjudicado.
En medio de ese llanto casi perenne del señor Soto, no he escuchado de su parte una propuesta que busque mejorar la condición de los árbitros, quienes desde hace muchos años vienen tratando de obtener mejores situaciones laborales y no lo consiguen.
Mientras tenemos jugadores profesionales, solo viven del fútbol, los árbitros tienen que desempeñar sus oficios y quehaceres y, de paso, ejercer de jueces en los partidos.
Es una situación disparar y si el señor Soto, de verdad, quiere aportar al fútbol costarricense, debería de empezar por no quejarse tanto. Da la impresión de que si una mariposa pasa en medio del juego y el árbitro no detiene el encuentro, el señor Soto saldrá a la conferencia de prensa a señalar la desatención del colegiado.
La mentalidad del señor Soto en relación con el arbitraje es propia de los dirigentes de los años ocehentas y noventas, cuando cada semana conocíamos a un nuevo árbitro ‘non grato’.
¿A dónde nos lleva esa visión y esa actitud? Al lugar del nunca jamás. A ninguna parte. Al abismo, a la mediocridad, al estancamiento, a ir en carreta mientras el mundo del fútbol se moviliza en jets supersónicos.
Esa mentalidad aldeana que todavía caracteriza al fútbol costarricense hay que superarla, porque de nada valdría obtener un boleto al Mundial de Catar 2022 si seguimos con dirigentes con una visión propia de la edad media, en la que el infierno era una realidad y una amenaza al mismo tiempo.
Señor Soto, usted que sabe tanto de fútbol, haga que su Herediano vuele en la cancha, que tanto en el campo defensivo como ofensivo sea un equipo ultramodernos, y olvídese de los árbitros y verá que con ese proceder engrandecerá nuestro balompié, y contribuirá a sacarlo del ostracismo en que estamos en el ámbito internacional.
Basta, señor Soto, de tantos lamentos, los cuales no le hacen ningún favor a su envestidura de gerente, dirigente, entrenador y muchos puestos más que usted ostenta en el equipo florense.