FÚTBOL PRESSING
(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 11 DE ABRIL, 2018-EL JORNAL). Los titulares de la prensa española para referirse a la derrota del Barcelona ante la Roma no dejan lugar a dudas sobre lo que significó la estrepitosa caída del equipo azulgrana: “Ridículo eterno”, El País; “Fracaso sin excusas”, Sport; “Fracaso total en Europa”, Marca, y “Batacazo culé”, diario As.
La prensa no ha tenido misericordia con el Barça de Messi, pero inmersa en esa actualidad galopante olvida elementos que bien vale la pena analizar para ir más allá del resultado.
Y el primero de ellos es que la Roma, a pesar de que no puede competir en millones invertidos con su rival de turno, supo sacar ventaja de sus recursos de una manera mucho más inteligente que el Barcelona.
Y detrás de todo ello está el entrenador Eugenio Di Francesco, que no llegó a la Roma por casualidad, sino que fue un fichaje de Ramón Rodríguez Verdejo, “Monchi” para el mudo de fútbol, quien hoy es el director deportivo del equipo italiano, tras una brillante carrera en el Sevilla.
Fue “Monchi” el que apostó por Di Francesco y aquí radica un punto relevante de esta historia: el saber ver, el saber escoger, para marcar diferencias.
Curiosamente, ya Di Francesco, cuando dirigía al Sasusolo, un modesto equipo italiano, había vencido al Athletic de Bilbao, que entonces era dirigido por Ernesto Valverde.
En este eliminación del Barça, Di Francesco merece mucho crédito porque le jugó sin complejos al gran equipo español, que pronto será campeón de liga en esta temporada.
No obstante, la figura en las sombras es “Monchi”, que hizo del Sevilla un gran equipo europeo, y piensa incluso ir más allá con la Roma, a la que pretende devolverle su grandeza de antaño.
La clave está, entonces, en que no basta con ser un exfutbolista ser director deportivo, se requiere conocimiento y formación. No es el primero que pase por un pasillo del estadio. Ni el amigo del presidente. Ni el que quiera figurar más, sino aquel que haya acreditado con su preparación, al menos, y ojalá que con sus logros, el valor para estar sentado en esa silla tan importante.
Muchos equipos costarricenses deberían mirarse en estos espejos y darse cuenta de que no cualquiera puede de la noche a la mañana convertirse en director o gerente deportivo. Las lecciones saltan a la vista, solo es cuestión de saber ver, saber elegir, pero en Costa Rica parece que todavía padecemos de miopía en este sentido.