(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 28 DE SEPTIEMBRE, 2020-EL JORNAL). Saprissa es una caricatura de sí mismo. El Cartaginés necesitó unos cuantos trazos para dejar al descubierto la fragilidad de un equipo que al comienzo de la temporada parecía sólido.
Pese a los cambios, los morados tienen un cráter en su zona defensiva que desde hace al menos tres torneos cortos que no logran ni siquiera disimular.
La velocidad del adversario es letal para los saprissistas. En el Fello Meza, ayer, parecía que Saprissa jugaba a una velocidad de siglo pasado y los brumosos a la de hoy, en el siglo de las comunicaciones cuánticas.
El campeón se vio muy mal y no hubo respuestas desde el banquillo. Walter Centeno es un técnico con gran futuro, valiente en sus decisiones, inteligente, pero se nota que le falta reacción. Es cierto que en el día del juego los entrenadores pueden hacer poco, y que en un alto porcentaje la responsabilidad es de los futbolistas, pero ese corto porcentaje que tienen en sus manos tienen que hacerlo valer y da la impresión de que Centeno se queda paralizado, hurgando en las soluciones mientras el juego sigue su curso.
Medford, que tiene más espuela que academia, le ganó en buena lid las dos partidas. En el cómputo general un 6 a 1 en dos partidos es un escándalo, cuyas repercusiones no son mayores porque no hay público en las gradas.
Saprissa es un equipo lento física y mentalmente. Ambos apartados hacen que el equipo parezca retornar de un largo viaje. Está claro la interrupción de la interrumpida por la Covid-19 le ha afectado, pero el certamen no está para reparar en circunstancias, si los morados no quieren llevarse una amarga sorpresa, tienen que reaccionar a tiempo.
En la acera de enfrente, los blanquiazules disponen de la enorme posibilidad de sacar ventaja psicológica de su liderato en el grupo B. Es la hora para que Cartaginés se desmarque del pobrecito, del Cartaguito y del muñequito, que la vida no es para ir de diminutivo en diminutivo; no, la vida está para pelearla en el ring del día a día, en la gracia de saberse vencedor para enviar a la lona a cualquier rival.
En este atípico fútbol de hoy, sin público y con la espada de damocles de la Covid-19 siempre al acecho, la contudencia es el mejor camino para dejar atrás los escollos y eso lo saben en la Vieja Metrópoli; mientras tanto, en la capital, Saprissa da serias muestras de estar atascado y con indicios de que si no cambia de rumbo irá directo al purgatorio.
*El autor es periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.