(MIÉRCOLES 25 DE ENERO 2023-EL JORNAL). Nunca pensé que me sentiría tan asustada y triste como lo estoy ahora, tan solo hace dos meses habíamos programado con grandes juramentos y promesas como caminar por la montaña, tomar una copa de vino frente a la chimenea y en cada sorbo narrar con alegría las lindas vivencias pasadas, tomarnos un café en París, compartir una semana en la playa recibiendo sol y en la noche escuchar el sonido del mar mientras la oscuridad se acerca más y más a momentos del pasado que dejamos atrás.

Pero, como ya se sabe, en la vida de repente todo cambia; de seguro no desea hablar, aún no me ha contestado los mensajes que le he enviado después de recibir la noticia, a lo mejor esta muy deprimida y no quiere comunicarse con su mejor amiga, su hermana con quien intercambió cartas que formaron parte de un pasado que nos formó y nos ayudó a crecer. Ella sabe siempre le dije:   aquí estaré.

A lo mejor está molesta con Dios y con la vida o quizás me está escribiendo una carta; de seguro está triste no desea contestar mensajes, ni hablar con nadie, y su mejor amiga no es la menos indicada, lo percibo en estos momentos nos invaden recuerdos y esos planes que ya no logramos. También sufro.   Ella lo sabe.

Sé que está pensando lo peor, se prepara para partir, cree que todo terminara muy pronto y yo aquí resistiendo este dolor que me quema el alma con grandes deseos de escucharla, aunque no pueda decirle que todo va a estar bien, porque al igual que ella, sé que pronto se marchará.

Supongo que lo que sentimos es lo que ocurre en una verdadera amistad, de la cual solo quedará el recuerdo y poco a poco con lágrimas o muecas de alegría el tiempo  tomará el control  y  al final  todo lo borrará.

¿Será que un día, al otro lado del sol, nos podremos encontrar?

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