Querida Beatriz:
(MIÉRCOLES 28 DE DICIEMBRE 2022-EL JORNAL). Querida amiga, permítame invitarte a una de las tertulias más interesantes que refieren la historia de Esteban y Gloria. Te adelanto que he preparado el espacio tal y como me gusta, porque la ocasión lo amerita; así es que en mi refugio que bien conoces, tengo vino tinto, con sus respectivos aperitivos, además de las velas y el difusor con aceite de pino.
Voy a hablar de Esteban, a quien tanto amó y quizás todavía extrañe mi buena e infiel amiga Gloria, y por su puesto de Gloria, quien fue experta en excusas y patrañas para dar vida a esta relación.
Gloria estaba cumpliendo 25 años y como regalo su hermano y esposa la invitaron a pasar una semana de vacaciones en la playa. Ella lo pensó mucho porque su bebé tan solo tenía seis meses y nunca la había llevado a clima caliente, y su ausente compañero la visitaba sin previo aviso, a recordarle que ella le pertenecía y a imponer órdenes y pedir explicaciones de cuanto asunto se le ocurría. Ella le temía por sus reacciones violentas, pero aun así tomó la decisión oportuna.
Fue un 06 de junio de 1981, Gloria se encontraba esperando en la puerta del departamento con su niña en brazos, un bolso de mano y una maleta. Esteban detuvo el carro, se bajó y le ayudó con la carga y a tomar el lugar asignado; la miraba detenidamente por el retrovisor, previa presentaciones de su hermano.
Ella no habría imaginado que ese hombre se convertiría en su mejor amante durante cuarenta años. Tampoco hubiera creído que ese caballero tan serio con pinta de profesor universitario se transformara horas después en un galante divertido, atrevido, tierno, y un poco irrespetuoso ante el deseo de conquista.
Sí, amiga, la deseaba tanto que, con solo sus miradas, ella se olvidaba por completo de los malos ratos y volvía a sentirse como una adolescente bella y sensual.
El trayecto tardó ocho horas con pequeños descansos para tomar un café o mirar los colibríes y los quetzales, y en cada uno de ellos Esteban aprovechaba la oportunidad para acercarse disimuladamente y rosar con sus manos su espalda o con sus pies debajo de la mesa tocar los suyos y acariciar sus piernas hasta donde el espacio lo permitiera
Llegando al hotel, cada quien ocupó la habitación asignada, su hermano y su cuñada, pareja joven que se ocupaban de disfrutar y vivir a plenitud su vida de enamorados, Esteban, el mejor amigo de su hermano, los acompañó con la idea de hacer un poco de salud mental y liberar el estrés laboral, y Gloria, la invitada especial, tendría la oportunidad de olvidarse de su vida cotidiana y compartir en paz y armonía con su bebé; no obstante, algunos acontecimientos cambiaron de rumbo; claro que en secreto y evitando que su hermano no se enterara de lo que estaba sucediendo en su habitación.
Así pasaron los días entre caminatas a la playa, baños de sol ,cuidados de la bebé y tertulias familiares, lo que permitió que mi amiga se enterara de los compromisos de Esteban con su esposa y sus tres hijos, situación que fue negociada como pareja para mantener en secreto las reuniones clandestinas, porque ninguno de los dos pretendían renunciar con sus respectivas parejas.
Y así fue, mi querida amiga, como Esteban y Gloria elaboraron un plan para encontrarse una vez al mes, en un punto especifico y trasladarse a un escondite, que hicieron suyo, y que le dieron por nombreLa Arboleda; lugar tranquilo y hermoso, donde solo se escuchaba la canción del viento y el dulce cantar de las aves, sin posibilidad de ser sorprendidos.
CLANDESTINOS
Esteban continuaba desempeñándose como profesor. Gloria se sentía fascinada de que él se desarrollara en ese ambiente, conociendo nuevas alumnas que lo buscaban para clases particulares sin interferir en su tiempo para seguir amándola como siempre, sin pretextos ni ataduras, con ternura, respeto y deseo.
Sí, mi amiga, le mostraba tanto amor, que a su lado ella borraba los malos ratos que pasaba con el padre de su hija. Él la idolatraba y como experto adulador la convertía en la mujer bonita, admirada y joven capaz de recibir y dar amor. Se amaban y divertían repitiendo siempre las mismas rutinas a la luz de la luna, mirando las estrellas o riendo mientras disfrutaban bajo la lluvia. Sus conversaciones consistían en hablar de temas de cultura, teatro, conciertos, películas y lecturas de libros que cada uno hacía por separado, previa programación para tema de discusión en el futuro encuentro.
Evitaban hablar de la familia, con la que se sentían comprometidos a compartir en algunas ocasiones en fiestas y otras actividades, pero como buenos amantes; también eran excelentes simulando con gran facilidad lo que existía entre ellos.
Esteban había adaptado su camioneta de tal forma que fuera capaz de llevarlos a la Arboleda en verano o invierno, incluyendo una pequeña cama que se utilizaba solamente cuando la lluvia impedía salir.
Su Arboleda ocupaba un sitio en el alto de ese cerro, misterioso y protegido por las sombras de las muchas especies de árboles y vegetación. De camino, cuando se sentían seguros de estar completamente solos se detenían a admirar la frondosidad de la montaña, reflexionando acerca de ese lugar secreto listo para el amor y reuniones clandestinas que les brindaba bienestar y felicidad, y en esos momentos con nostalgia pensaban en el pasar del tiempo y entonces se preguntaban ¿Por qué no quedarnos aquí por siempre? Esteban repetía: –No importa, hoy es el día, esto es nuestro, mañana veremos; Dios dirá .
¡AHHHH ! , mi querida amiga, los años fueron pasando y de lo bueno solo quedan recuerdos: un día Esteban le confesó a Gloria que siempre había esperado el momento para instalarse en un lugar alejado y su deseo era que ella lo acompañara, sin importar lo que viniera y este fue el último día que estuvieron juntos. Ella, con 65 años, fue incapaz de revelar su secreto de amor y él acercándose a los 75 se sentía sin fuerzas para continuar con esa relación escondida. –Estoy dispuesto a desafiar el mundo a cambio de seguir juntos, dijo.
Hoy, rodeada de edificios, desde su balcón una mujer continúa su lectura, ve películas, nadie la escucha…. suspira y repite: “Se fue quien fue mi gran amor, se encuentra en su choza de campo, escuchando el cantar de las aves y el ruido del agua del río al chocar contra las piedras. Sus ojos miran al cielo, sus pasos son lentos, aún me espera … ¿Acaso este es el momento de volver?
Te quiere, Carmen.