(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 26 DE MARZO, 2020-EL JORNAL). I.- La intrincada selva humana, donde unos con otros se destazan, está en silencio. Y nadie sabe por cuánto tiempo más, quienes escaparon de primero hacia los árboles se mantendrán allá arriba viendo, como el Covid -19, semejando un tigre hambriento, devora a quienes quedaron indefensos abajo, convertidos en “peste” humana por motivos económicos y edad .
Todo comenzó en la ciudad de Wuhan con 11 millones de habitantes y a uno 1054 kilómetros de Bejing, capital de la República Popular China (RPCH), cuando unos pocos abuelos presentaron una especie de resfrío sin importancia, que rápidamente producía insuficiencia respiratoria aguda y consiguientemente la muerte. El creciente número de fallecidos obligó a las autoridades políticas chinas instruidas por el partido comunista, a decretar una cuarentena a sus habitantes, limpiar con agua las calles y a clamar por ayuda humanitaria, a sabiendas de que estos pasos se traerían al suelo las importantes bolsas de valores de Nueva York, Shanghái; París y Londres, de por sí ya golpeadas por la guerra comercial entre Estados Unidos y la RPCH. Era cuestión de salvar vidas o privilegiar mercados.
Como señal inequívoca de la presente crisis cíclica del capitalismo no hubo solidaridad internacional para China ni para paliar la emergencia sanitaria, a excepción del gobierno cubano que en horas envió y costeando de su perseguida economía, un equipo médico integrado por galenos que en África combatió el Ëbola y otros virus familia del Covid 19. Además cientos de dosis de un medicamento denominado Interferón.
Era como sí la civilizada Europa y América Latina se sintieran fuera del alcance del mortal virus. La pregunta un día y el otro también en París, Madrid, Londres, Bruselas, etc., era cómo salvar las respectivas bolsas de valores y los grandes bancos privados, que sustentan la economía de mercado para evitar el cisma de 2008 y 2009, cuando el capitalismo estuvo contra la pared. Fueron dos años durante los cuales entre 100 y 102 familias alrededor del mundo se llevaron el 98% de la producción mundial, contra el 99% de los pobres del planeta, que terminaron pagando el “shok” financiero global. La clase trabajadora europea fue mascarada: sus trabajos fueron precarizados, las jornadas laborales se flexibilizaron y son reducidas a cuatro horas, a fin de aumentar la plusvalía de las multinacionales que pagaban menos salarios y consiguientemente menos cargas sociales, maximizando la fuerza de trabajo y obteniendo además jugosas exoneraciones de impuestos y amnistías fiscales . Este salvajismo de la fría economía, por encima del ser humano, pronto dio frutos. La seguridad social, tan necesaria en actualidad en Italia Grecia, Portugal o España, en ocasión del Covid 19, se la habían robado entre 2008 y 2009, los créditos hipotecarios lanzaron a las calles a millones de europeos, por impagos, millones de agricultores quebrados terminaron como pordioseros (habitantes de la calle eufemísticamente para algunos gobiernos) , entre otros desastres.
Un reciente análisis que llegó a mis manos del erudito Leonardo Boff, resume la situación de cabeza hacia abajo que los economistas tienen a muchos gobiernos del mundo y pueblos enteros, bajo el título: “ El desastre perfecto para el capitalismo de desastre”. Dice: “Ha llegado el momento de cuestionar las virtudes del orden del capital: acumulación ilimitada, competencia, individualismo, indiferencia ante la miseria de millones, la reducción del Estado y la exaltación del lema de Wallstreet: “la codicia es buena” (greed is good). Todo esto ahora está en jaque. Tiene los días contados, sostiene.
Citando al lúcido profesor del “Imperial College” de Londres, Neill Ferguson, Boff dice que de no tomar medidas urgentes, el Covid 19 matará 22 millones de seres humanos en Estados Unidos y 510 mil en Reino Unido.
Para peor de males, los saqueos de Libia, Siria e Irak, lejos de detener el caótico ciclo económico y reportar las ganancias esperadas por los “señores” de la guerra, resultó la peor aventura de la Organización del Tratado de Atlántico Norte (OTAN). Tampoco la opción de desencadenar un tercer conflicto mundial garantizaría la perpetuidad del sistema globalizado, sobre todo después de que al Vladimir Putin, presidente de la Federación Rusa, se le ocurriese exhibir en noviembre pasado su sofisticado armamento, capaz de alcanzar en menos de veinte minutos cualquier capital del mundo por blindada que esté, pues son sistemas que “enloquecen” todas las telecomunicaciones militares alrededor del orbe.
II.- POR QUÉ WUHAN
Wuhan, la ciudad china desconocida por años en Occidente, saltó a primeras páginas de todos los rotativos del mundo gracias a los miles de muerto que el Covid 19 provocó y “exportó” al resto del mundo. Es así que siguiendo las insinuaciones del presidente estadounidense, Donald Trump, la publicación “AsiaNews” soltó la hipótesis de que era plausible y no podía descartarse que el llamado coronavirus se originara en un laboratorio de Wuhan.
El periodista Renzo Milanese, quien firmó la nota, es de quienes creen que el virus posiblemente «escapó» de uno de los laboratorios que el gobierno chino tiene en la ciudad ya citada.
Lo que no se explica ampliamente es que en Wuhan el gobierno chino estableció un moderno laboratorio para estudiar los virus del ébola y otras familias del Covid 19, que extrañamente, golpearon fuertemente años atrás la economía y la población de la nación asiática. Por eso, la “hipótesis” estadounidense de que este coronavirus escapó de un laboratorio, fue refutada oficialmente en Twiter, cuando se afirmó, en plena pandemia, que los Estados Unidos introdujeron el fatal virus desde octubre de 2019. Zhao Lijian, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, escribió: «Podría haber sido el ejército de EE.UU. el que trajo la epidemia a Wuhan… ¡América nos debe una explicación!». La acusación parece estar relacionada con la participación de miembros del ejército estadounidense en los Juegos Militares Mundiales, celebrados en Wuhan el pasado mes de octubre, que reunieron a representantes de más de 100 naciones, afirmó.
Lo cierto del caso es que la segunda economía del mundo – posiblemente la primera del orbe en la próxima década-, quedó seriamente golpeada. Por su parte, Europa, la tercera economía por detrás de Estados Unidos y China, tendrá que dejar de lado sus diferendos con Washington dentro de la OTAN y en materia comercial, para dedicarse a reconstruir su maltrecha economía.
En cuanto a nuestra América el panorama no puede ser menos lúgubre. Según el semanario Universidad (20/3/2020), citando a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la pandemia causaría al menos 35 millones de nuevos pobres, sumando a 220 millones de seres humanos en condición de pobreza.
El desempleo alcanzará el promedio regional de 10%,, provocándose, posiblemente, un contracción del Producto Interno Bruto (PIB) de -1,8% , según la fuente.
Innegablemente resulta que, nuestra América, Asia y Europa, siguen todas las mañanas comparando las cifras de muertos e infectados con las del día anterior, a la espera de una vacuna que no llegará con la urgencia del caso, hasta después de abril o mayo, como para salvar a quienes no pudieron comprar por toneladas alimentos, mascarillas, jabón o alcohol gel y así encerrarse cómodamente en casa dos o tres meses, el tiempo que sea y dure la pandemia.
La codicia a la que nos tiene acostumbrado un sistema basado en el egoísmo, en la destrucción de todo cuanto toca, no había preparado a Italia, ni a España, Francia, Estados Unidos, Reino Unido, Brasil o Colombia, para citar unos pocos ejemplos. Ni capacitó a las naciones para echar hacia atrás en pocas semanas la maquinaria que vendió los hospitales públicos, las empresas estatales de telecomunicaciones y otras encargadas de la fabricación de vacunas y medicamentos, todo en nombre de un “Estado moderno”.
En uno de los artículos más brillantes escrito en ocasión de la pandemia que sacudió al mundo, el periodista peruano César Hildebrandt, bajo el título “Humanidad viral” (www.hildebrandtensustrece.com), sostiene con sobrada razón que el Coronavirus funciona como un desenmascarador social, porque por un lado están quienes en minutos dejan los anaqueles de los comercios vacíos y llenos de pánico; mientras otros nada tienen más allá del pánico sobrado dentro de un planeta que intencionalmente unos pocos tienen al borde de la locura y el exterminio.
“…La Tierra está harta del ser humano. Supura la tierra enferma de antropocentrismo. El hombre es el coronavirus del planeta. Vive el hombre como un parásito y, como todos los virus, aspira titánicamente a dar muerte a su huésped. Por eso seguimos perforando en busca de petróleo y malogrando sucesivos paraísos y masacrando toros en plazas inmundas. La naturaleza ya no nos reconoce como suyos. Somos sus enemigos. Quienes nos creen sus hermanos son los incendios forestales, las lluvias ácidas, las mareas rojas, los huracanes fuera de temporada. El deshielo de la Antártida nos ama. El fracking nos guiña el ojo. Los plásticos del océano corean nuestro nombre…”, indicó Hildebrandt.
¿Cuánto durará esta “ley de la selva” y su decreto de “sálvese quien pueda”? ¿Es posible que este hombre enemigo del hombre, del hombre saqueando al hombre y del hombre contra el hombre, persista en un planeta de recursos limitados y demandas absolutas?. Para el investigador y uno de los analistas contemporáneos más lúcidos, desde que dio conocer libros como “Club Bilderberg”. Daniel Estulin, el sistema implementado como “corporación” por David Rockefeller y Henry Kissinger está herido. Este capitalismo como modelo extractivo voraz que busca el crecimiento infinito no encontraba oposición y está trastocado por el surgimiento de la competencia
de otros gigantes como el imperio Británico, Hong Kong, los Rothschild y la aristocracia europea, De este último grupo la cabeza visible es Trump. Y ambos modelos no pueden coexistir, enfatizó Estulin.
Desde 2017 este intelectual de ascendencia rusa y ex coronel de los antiguos servicios secretos de la Unión Soviética, sostiene que el mundo está a las puertas de un “colapso” económico mundial y del “desmantelamiento del sistema capitalista” como lo conocemos. “Trump es un 90% por ciento (sic) una reacción inevitable a la política exterior de Estados Unidos y, seguramente, también a la política interior, porque hoy en día la línea que separa ambas se ha desdibujado mucho. La soberanía nacional ha sido sustituida poco a poco por la soberanía empresarial. Nutridas inicialmente por el Estado, las principales empresas transnacionales, instituciones financieras globales y comunidades internacionales en línea se han vuelto lo suficientemente potentes como para reivindicar políticas independientes y, en algunos casos, dictar las necesidades y oportunidades de países enteros, incluido Estados Unidos. Estos actores, que no son Estados, son los que dan forma a la actual agenda global”, subrayó en una entrevista reciente al preguntársele sí ¿Con Donald Trump estamos más cerca de un conflicto a escala global?, según consta en la página digital ‘https://www.lavanguardia.com/cultura/20171113/432855029478/daniel-estulin-libro-la-trastienda-trump.ht
Esta línea de pensamiento fortalece la tesis del filósofo, politólogo y lingüista estadounidense, Noam Chomsky, quien no duda en afirmar que la actual administración norteamericana prefirió llevar a la humanidad a “una guerra bacteriológica de baja intensidad, propagando en territorio chino, un virus de laboratorio” para parar la locomotora china, a una confrontación militar directa. Guerra de baja intensidad porque el virus no afecta a los niños y jóvenes (mano de obra futura) y en cambio se ceba con las personas mayores (mano de obra inactiva), sostiene en la revista “Lechuguinos.com”.
Chomsky, sin duda alguna es un referente desde finales del siglo pasado y comienzo de éste en filosofía, psicología y política, como tal estima que la estrategia del gobierno estadounidense para propagar el virus fue la ciudad de Wuhan, porque allí el gobierno chino tiene un laboratorio de investigación bacteriológica sobre los virus del sars, mers y ébola. “Así tiene la coartada perfecta para echar la culpa al gobierno chino sobre la hipótesis de un escape o accidente fortuito” concluye.
III).- NOS VOLVEREMOS A VER
¿Es posible que estemos en el fin del capitalismo neoliberal como insinúa Estulin?. ¡Dudo¡. ¿Está entonces trastocado en lo más profundo? ¡No hay dudas¡ Pero tampoco es cierto que tras esta epidemia mundial el socialismo, como familia universal inevitable y urgente está a la vuelta de la esquina. Lo visto en ocasión de la pandemia del Covid 19 demuestra que la humanidad como hermandad planetaria le hace falta enfrentar próximas peripecias.
Ya quienes anunciaron en algún momento “el fin de la historia”, amparados en las proyecciones del estadounidense de origen japonés, Francis Fukuyama, saben de qué hablo. Aprendieron que el hombre en relación con el universo y los demás congéneres no es una fórmula mecanicista como un sumar y restar. Es más complicado. Cierto, cayó el Muro de Berlín y de la antigua Unión Soviética poco queda que no sean aquellos que añoran aún calefacción gratuita en los crudos inviernos, trabajo asegurado, cuido garantizado a los abuelos y niños, salud y educación gratuita a los jóvenes. Pero de este actual sistema egoísta en que nos devoramos unos a otros, a todas luces, ni siquiera escapa la Federación Rusa, obligada a defenderse con uñas y dientes para que el “lobo con piel de oveja” no la devore.
Todavía queda un trecho largo de conquistar entre esta hermandad separada por fronteras reales, ideologías idiotas, como si viviéramos en un planeta de medios inagotables y no estuviésemos obligados todos a cuidarnos unos y otros. Los “Chalecos Amarillos” tienen en jaque a los banqueros y burguesía francesa; llevando a decir en plena pandemia del Covid 19 al presidente Enmnuel Macron, según Boff, lo siguiente: “Queridos compatriotas, necesitamos sacar lecciones del momento en que estamos pasando, cuestionar el modelo de desarrollo que nuestro mundo eligió hace décadas, que muestra sus fallas a la luz del día, y cuestionar las debilidades de nuestras democracias”
Los “indignados” en España en su momento nada les importó la oscuridad del franquismo, personificado en un rey corrupto y negligente. Una “madre patria” que prohíbe a los medios de comunicación hacer alusión a las palabras “presos políticos” y encarcela a cuanto barcelonés pide “independencia” y elecciones libres. En América Latina la farsa montada por tecnócratas y economistas de reducidas agallas, en cuanto que Chile era el camino a seguir en “desrrollo”, calló como un castillo de naipes. Treinta años necesitaron los chilenos para “descubrir” que su “paraíso” neoliberal era un estercolero que tenía vivo el fascismo y a su padre: el general Augusto Pinochet. Paradójicamente, “los carabineros”, para que quienes protestan en las calles nunca más vean a tan “ilustre” personaje ni a quienes se robaron el salitre, el agua, las tierras de los aborígenes, etc, disparan una y otra vez a los ojos de los que, aún ya sin vista, ven otro Chile del “bien común”, como en algún momento planteó el derrocado presidente socialista Salvador Allende.
En México, treinta y seis años de “modernización estatal” solo sirvió para hacer más pobre al pobre, intentando crear un estado paralelo y aristocrático compuesto por narcotraficantes y expertos en “lobby”. Ellos tenían exclusivamente la “divina” misión de saquear todas las empresas que costaron sudor e impuestos a todos los mexicanos. Estos economistas, políticos y encargados de “lobbys”, resultaron tan cobardes que con el dinero robado andan escondiéndose de la justicia por el mundo.
La historia como vemos apenas comienza allá y acá. La reconstrucción de la solidaridad humana no es fácil. Más difícil es acabar con un sistema que tiene una generación de decirnos que la avaricia es buena. El papa Francisco define esta economía que pretende borrar la palabra solidaridad simplemente como “capitalismo salvaje”.
El otro aspecto a considerar dentro del terremoto creado por el Covid 19 es qué viene después de las “cuarentenas”. Para el articulista David Pavón- Cuellar -en “Revolución 3”-, este agente viral nos hace compartir la obsesión derechista por la seguridad como control de un rebaño. Justifica prohibiciones, vigilancias, controles, dice, y nos compele a elegir entre nuestra vida y nuestra libertad. Nos hace aplaudir cualquier medida liberticida, añade.
Como sí el Covid – 19 nos hubiera entrenado por décadas, ahora nos encierra en nuestras propias aldeas y pone llave a nuestras casas, de tal forma que no debe importarnos el prójimo, bajo amenaza de muerte. Salve su pellejo y el otro verá qué hace. Es el escenario repetitivo que nos dejó Foucault sobre las antiguas pestes del viejo continente y la manera de cómo fueron aprovechadas.
De que los hombres y mujeres del mundo retornen las calles, para que nunca más la economía y los tecnócratas estén por encima del estado social de derecho, dependerá la reconstrucción de ese tejido humano llamado solidaridad. Dependerá entonces que las restricciones constitucionales y las concesiones hechas como mayoría asustadiza y golpeada, no sean permanentes. De ellos, solo de ellos, depende, que los estados de “excepción” impuestos por la pandemia, no sean paradigma permanente.
Acá mismo en nuestro país lo que puede salvarnos es el Estado con sus políticas humanas de salud para todos, educación gratuita garantizada, cultura sin excepción de clase, salarios crecientes, inversión pública para estimular la reactivación económica, aunque esto disguste a los voceros de la “economía de mercado”.
Fíjense que, según el semanario Universidad, el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) en solo 120 horas continuas de trabajo, vilipendiado y a punto de ser vendido en el gobierno de Miguel Angel Rodríguez, adaptó el Centro Nacional de Rehabilitación para atender pacientes de Covid 19. Extrañamente los consorcios privados que sostuvieron que el ICE no tenía capacidad para construir obras de desarrollo, brillaron por su ausencia. El motivo es sencillo: sí no hay ganancia, olviden el baile.
Sin embargo, lo preocupante de este ensayo global de “guerra”, con un supuesto “enemigo invisible”, es que el miedo se convierta en nuestro amigo y no en “mal consejero”. El otro elemento no menos preocupante, ya está esbozado: que los estados de excepción nos habitúen y pasen a ser condición sine qua non para vivir en sociedad. En el orbe entonces tendríamos que aceptar, en nombre de esa “convivencia”, que la seguridad social quiebre porque recibe cuotas por jornadas laborales de cuatro horas, la variación unilateral del ius variandi, como mecanismo para encontrar empleo, sea la regla y no la excepción.
No menos preocupante son los aspectos éticos de este ensayo clínico mundial, cuyos laboratorios ignoramos; mas empero sí conocemos a plenitud que se ensañó contra una especie de “desecho humano” para los mercados. Desde la década de los setenta los mismos dueños de las bolsas de valores, las rutas comerciales y la industria bélica, diseñaron políticas poblacionales a sabiendas de que la “factura” se pasaría a la humanidad tarde o temprano por el envejecimiento de quienes entonces eran jóvenes
Por eso comparto, en medio de tanta estampida humana hacia las cumbres de los árboles, la imagen de un abuelito italiano que inspiró estas líneas. En pleno ataque del Covid -19 y antes que llegara a Lombardia la solidaridad cubana con miles de dosis de Interferón y médicos, junto a personal sanitario de China. El imploraba a su hijo que no lo dejase morir. Como sí supiera que no volvería a ver a su mujer ni a su nietito, en medio de intensos esfuerzos por respirar, se veía por televisión como se aferraba a la mano del mozalbete vástago, balbuceando:¡Sálvame hijo¡ ¡No, no me dejes morir¡.
Según el noticiero tenía 87 años y pareciera ser de los pacientes que la ética médica aconseja despachar rapidito para “salvar” el menos jodido o el más joven, garantía absoluta de los “Malls”. Leí esas ideas éticas en La Nación un día de estos, cuando entrevistó un galeno tico que se especializa en la España colapsada por la pandemia, la falta de camas, cubre bocas, respiradores artificiales y profesionales sanitarios. Contó a dicho periódico que en la situación experimentada por los españoles, ellos escogen los que viven, tomando en cuenta la posibilidad de recuperación. Quien vive y quien muere por el Covid 19, al parecer, gustó bastante a los colegas del diario mencionado, porque fue destacado en “portada”, hasta con la fotografía de quien nos curará cuando venga de Europa.
La vida determinada por el mercado.
Periodista, abogado y notario por la UCR.