EDITORIAL
(SAN JOSÉ, 21 DE MAYO, 2013). Por datos de organismos defensores de los Derechos Humanos hoy sabemos que Costa Rica es la mayor cárcel de Centroamérica, después de Honduras, con el mayor número de personas en prisión por millón de habitantes
Siendo justo, lo que se quiere decir a veces con “falta de políticas presidiarias” , es que las ocurrencias de apresar a la gente como regla general y no como excepción, tiene en crisis no solo al sistema penitenciario, sino a la sociedad misma.
La prisión preventiva como regla, si bien es cierto da al Poder Judicial un “buen sabor”, porque encerrando gente evita la crítica de algunos periódicos nacionales; es cierto también que la ciudadanía no para en comprar armas defensivas de toda clase, contratar vigilancia privada y enrejar sus casas.
Algunos jueces, tal vez pocos juristas o quizá muchos políticos, creen que convirtiendo a Costa Rica en una inmensa cárcel de más de cincuenta mil kilómetros ya está arreglado el fenómeno delincuencial. Y consideramos que esta es la falacia más grande en la cual nos tienen ocupados a más de cuatro millones de costarricense, en los últimos años.
La militarización de la lucha contra la droga y la delincuencia esta pérdida en los países que así la concibieron con asombrosa miopía, porque el problema delincuencial en América Latina no es militar; sino que sus raíces son sociales y económicos.
En estos momentos en nuestro país el once por ciento de los jóvenes entre los quince y los veinticuatro años buscan algún empleo sin conseguirlo y son presa fácil no solo del narco, sino de una sociedad de consumo que los obliga a ser ciudadanos de segunda categoría sino lucen esta o aquella marca, si viajan en tal “ chuzo” etc.
Pueden disfrutar de esos placeres mientras sean libres y no sean sorprendidos robando, asaltando o vendiendo droga, pues en ningún gobierno hubo políticas de prevención de delitos ni medios para reinsertar socialmente a quienes delinquen ¡ Ya es hora de decir a los expertos y políticos basta ya de hipocresía y negligencia¡ ¡Basta ya de tanta violación de los derechos humanos en nuestras cárceles¡