Observando fútbol internacional se puede constatar una pandemia silenciosa que corroe al deporte más popular del mundo: el miedo a jugar.
Este mal es, si no se siguen los juegos con atención, como una enfermedad indetectable. Se ven los partidos y hay algo que no encaja, pero de entrada desconocemos qué es. Una vez puestos a la tarea, es fácil detectar la pandemia que desde al menos una década se apoderó del fútbol en general.
El jugador actual, apegado al libreto con todos los puntos y las comas, tiene miedo a jugar y por lo tanto es incapaz de arriesgar la pelota. Siempre quiere seguridad, como si el fútbol y la vida fueran seguridad. Por ese motivo, lo más práctico es jugar hacia atrás.
Suena a comedia negra, verdad. ¿Jugar hacia atrás? Pero de qué va esta canción. No es una broma. Es la realidad de buena parte del fútbol nacional e internacional. La mayor excepción es la Premier League, donde todavía conservan ese olor a potrero, a disputa, a enfrentar en el uno a uno, porque saben que la grandeza del fútbol es ir hacia delante. Rara vez se ve en la Premier que un jugador más allá del mediocampo toma un balón y se lo envía al portero.
La falsa idea de que el fútbol es una ciencia. O de que se puede medir todo como si fuera una ecuación matemática, ha llevado a los técnicos a forjar una mentalidad conservadora en sus jugadores, quienes piensan demasiado cada jugada, aunque en el enfoque global siempre se quedan cortos.
Es una verdadera paradoja lo que vive el fútbol de hoy. Mañana que comienza el Clausura en Costa Rica, ojalá que esos temores, que ese libreto con excesivas indicaciones de que hay que arriesgar poco el balón se quede en casa, y tengamos un campeonato con todo lo que ha hecho grande al fútbol: riesgo, imaginación, atrevimiento, improvisación y talento en estado puro.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.
