(MIÉRCOLES 22 DE MAYO, 2024, EL JORNAL). En el ambiente se respira un optimismo saprissista de que el campeonato se acabará el domingo. A Alaluelense le queda, por lo tanto, hacer de aguafiestas para extender la fase a dos encuentros más.
Mientras en Saprissa hay una certeza, por parte de la afición, de que la Liga no está en condiciones de competir y evitar así el tetracampeonato, los manudos cuentan con un técnico rebelde que viene dirigiendo a la tropa contra viento y marea.
La sensación es que los rojinegros dependen mucho del hombre que está en el banquillo por la experiencia, por la limitación que tiene el equipo en varios puestos, y porque si Alexandre Guimaraes logra, una vez más, revivir el mito del ave fénix, le dará a la Liga la posibilidad de ir a una gran final.
Las fuerzas, está claro, están disparejas. Saprissa arrolló a San Carlos y ha tenido una segunda vuelta encomiable, mientras que la Liga se ha venido recomponiendo, con ajustes aquí y allá y, sobre todo, con la lucha del técnico por traer al primer plano la mentalidad ganadora que ha caracterizado a Alajuelense a lo largo de su historia, pero que en la última década ha venido a menos.
Como en el ambiente prevalecen esos aires saprissistas de triunfo, a los rojinegros, como lo aconsejaba Mario Benedetti, les corresponde a hacer de aguafiestas. Benedetti era un aguafiestas consumado y se sentía orgullo de ello. El hombre de «Táctica y estrategia», por cierto, era un gran amante del fútbol.
Para que la fiesta morada se postergue, la Liga tiene una oportunidad y es hoy, si esta noche no saca una ventaja, aunque sea mínima, la mesa estará servida para el teatracampeonato.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL