(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 14 DE JULIO, 2020-EL JORNAL). Costa Rica apunta a tener, a partir de 2023 solo 10 equipos en la Primera División, basada en el argumento de que ello fomenta la competitividad.
¿De qué tipo de competitividad estarán hablando los jerarcas de la UNAFUT y la FEDEFUTBOL? Será que pretenden establecer una nueva forma de jugar el campeonato nacional basados en los ideogramas chinos, es decir, en un idioma que los costarricenses no entendemos.
“Competitividad y reestructuración” son las frases de moda para anunciar la disminución de equipos. Qué extraño, eran palabras que nos decían cuando nos contaban el cuento de que con la apertura comercial, a través de los famosos y tristes Tratados de Libre Comercio (TLC,s) todos íbamos a ser ricos y felices.
¡Hmmmmm! A veces, como los ticos somos tan pacíficos, tan suiza centroaméricana, tan desarrollados y tan benevolentes, nos ven la cara de Premios Nobel de la Paz y nos lanzan la pelota en un pase envenenado difícil de dominar.
Hasta ahora no hay un razonamiento convincente del por qué de ese cambio de 12 a 10 equipos y tampoco hay claridad de cuáles serían los beneficios puntuales que tendría el balompié costarricense con dicha disminución.
El tema, se sabe, se viene manejando desde hace rato, impulsado, entre otros, por el presidente de la Federación Costarricense de Fútbol, Rodolfo Villalobos, quien debería, entonces, explicar con lujo de de detalles las bondades de pasar de 12 a 10 equipos.
Mientras no lo haga, el asunto dará pie a conjeturas, incertidumbres y especulaciones, porque el sentido común, tan vilipendiado históricamente es verdad, indica que el cambio lejos de fomentar la aparición de nuevos valores, hará que el fútbol se focalice todavía más en el centro del país, dejando de lado la periferia.
Contrario a lo que se propone: ir hacia la concentración con 10 clubes, debería propiciarse un esquema que facilite el que surjan o se fortalezcan equipos más allá del Valle Central, porque es sabido que los talentos brotan por doquier donde todavía se puede jugar al fútbol con cierta libertad, con ese aroma a potrero de la Costa Rica de antes de 1950.
Las grandes urbes, y San José y las provincias aledañas ya tienden a serlo, no son lugares aptos para jugar al fútbol, son propicios para jugar al play station.
De ahí que el anuncio de la UNAFUT de la reducción en el corto plazo de 12 a 10 equipos más que una noticia para celebrar, genera preocupación y desaliento.
Es volver a los años 70, 80 y 90: cuando todo el fútbol giraba alrededor de los centros políticos y económicos más poderosos de la Costa Rica de entonces.
¿Acaso cuando a las selecciones menores les ha ido bien no es en la periferia de donde han salido sus mejores exponentes? ¿Entonces por qué en vez de limitar no se les amplía el horizonte a los equipos de ‘fuera’?
Cuando la lógica y las circunstancias indican que se debería ir hacia la apertura,
nuestro fútbol va a la inversa. ¿Será, acaso, que la UNAFUT Y LA FEDEFUT buscan imponer la filosofía del cangrejo?
*Periodista y escritor. Autor de La Gran Hazaña y Ganar con el corazón. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.