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La coartada perfecta del Herediano

(VIERNES 15 DE DICIEMBRE-EL JORNAL). El equipo Herediano fue superado con mucho acierto por el Saprissa en el primer juego de la final de la segunda fase, pero encontró en la expulsión de Orlando Galo la coartada perfecta para justificar su derrota.

Terminado el juego, sobrevino el rosario de que los florenses juegan con todo y contra todo, en un discurso lastimero que parece una copia al que hasta hace no muchos años esbozaba el Atlético de Madrid, y que hacía que el equipo colchonero se posesionara como un perenne segundón.

Pues bien, los rojiamarillos tras caer anoche 2 a 1 frente a un Saprissa que le sacó ventaja a los locales, sin que se hubiese pitado el inicio del encuentro, porque visualizó mejor su plan de partido, no encontraron otro camino que salir a justificar la caída por ‘culpa’ del árbitro Adrián Chinchilla.

Solo hubo un jugador que se salió del guion y que dejó en evidencia al resto: Gerson Torres. Al ser consultado al respecto, dijo que no, que ayer el arbitraje no influyó en nada.

No había terminado Torres de decir esas palabras, cuando el castillo se le derrumbó al jefe y compañía, que siguieron con su letanía insostenible.

Saprissa hizo un excelente partido, antes y después de la expulsión de Galo, y quienes anoche cuestionaban al entrenador Vladimir Quesada, partían desde el fanatismo o desde el desconocimiento, porque los morados hicieron en todo momento lo que demandaba el encuentro

Algunos, que si fueran generales mandarían a morir a sus soldados de manera innecesaria, pedían un 3-0  o un 4-0, por el simple hecho de que el rival tenía diez jugadores. He ahí la diferencia entre ver y saber ver. Vladimir supo ver con ojos de técnico lo que demandaba el encuentro.

Con el resultado, Saprissa tiene pie y medio en el tricampeonato y si Herediano quiere arrebatarle el cetro tendrá que renunciar a su discurso lastimero, pobre e insostenible, de que todo es culpa del arbitraje y de que hay un guion hecho para que su rival sea campeón a cualquier precio.

En tiempos modernos, marcados por la ciencia, ya nadie cree que tras un eclipe se vaya a acabar el mundo, por lo tanto, hay discursos que ya nadie compra, por más que los repitan, incluso, hasta con fingido acento mexicano.

 

Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL

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