(MARTES 25 DE OCTUBRE, 2022-EL JORNAL). A mediados de 2019, Jeaustin Campos se hacía cargo de Jicaral, de la Segunda División, y debutaba en la cancha, que no estadio, de Garabito frente al equipo local.
Fue un cero a cero con Jason Molina como centro delantero, pesar de que su posición habitual era de central. Así que lo de Kendall Waston el otro día, no era la primera vez que lo ensayaba el hoy técnico morado.
Después de haber ganado cinco títulos con Saprissa, de haber dirigio a la Selección de Puerto Rico y de haber estado en Bolivia como entrenador, Campos entendió en aquel momento que en el fútbol no se vive del pasado, que es el presente el que siempre impera y por eso no dudó en tomar un equipo como Jiracal en la segunda categoría.
Ese mismo año lo ascendió y eso le permitió, luego, volver a Bolivia.
Exjugador de Pérez Zeledón y del Saprissa, comenzó muy joven la andadura por los banquillos. Es un técnico que merece una mirada distinta. Porque se nota que se prepara, que está al día en los últimos avances en fútbol, y que acepta cuando se equivoca, además de tener muy buenas lecturas de lo que pasa en cancha.
Dice la historia que Marvin Rodríguez era un crack interpretando los partidos. Que necesitaba una mirada para darse cuenta por qué razones se les estaba yendo el juego, y que sus correcciones lo convirtieron en leyenda.
No digo que Campos haya alcanzado ese nivel, pero es un entrenador serio, competitivo e incluso rentable: ya se dice que Saprissa recaudará una cifra cercana a los ¢300 millones en esta segunda fase del torneo.
Así que en un futuro, Campos debería de ser considerado para dirigir a la Selección mayor y de una vez por todas perder ese miedo de darle el combinado patrio a un costarricense, porque ahora, en pleno siglo XXI, todo lo que suene a extranjero parece que es mejor.