(VIERNES 19 DE FEBRERO, 2021-EL JORNAL). Que haya roces en un partido. Que dos jugadores se encaren y se ofrecen el infierno en un segundo. Que se recrimine a un compañero con tanta vehemencia como para que se amenacen de ir más allá. Que en una cobertura se lleve a su adversario con todo y el balón: todo lo anterior es inherente al fútbol de siempre. Como el aire mismo que respiramos.
Solo que ahora vivimos un fútbol de VAR, donde si se vuelve a ver la sombra del otro se puede pitar falta. Es un despropósito. Hubo un escándalo a raíz de las discusiones de Piqué con Griezmann en el juego ante el PSG, porque se pasa por alto que eso también es fútbol.
El fútbol de laboratorio es para los señoritos. Para los que solo saben hablar de táctica y estrategia olvidando que el fútbol es mucho más. Para los que José Luis Mendilibar llamaría directores de heliopuertos, porque convierten los campos en sitios de aterrizaje para aviones pequeños, en vez de dejar que la creatividad, el ingenio, la intuición y la malicia indígena afloren en cada jugada.
Andoni Zubizarreta, exportero del Barcelona y de la Selección española, ha zanjado el tema de las discusiones entre compañeros en el campo: “Si estuvieran grabadas todas las discusiones, desplantes, puntos de vista amargos y discrepantes que tuve yo con, por ejemplo, Ronald Koeman (y él conmigo), ya les digo yo que nos saldría mucho más que un videoclip y algo menos que un capítulo de Netflix. Vamos, que discutir cuando tu equipo pasa por un momento difícil es lo mínimo que se puede dar en un terreno de juego”.
El fútbol de siempre no cambia sus códigos. El fútbol de playstation es ese que pasa de puntillas por todo y aboga porque no haya roces de ningún tipo en la cancha. ¿De dónde habrán salido esos genios del fútbol?
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.